Neuralgias
Ahora algunos políticos catalanes hablan como si tuvieran alojada en la cabeza la idea de Cataluña
“Tiene una bala alojada en la cabeza”. He ahí una frase interesante del repertorio clínico. No se dice de nadie, en cambio, que tenga una idea alojada en la cabeza. Y eso que hay ideas que, como algunas balas, carecen de orificio de salida. Conocí a un excombatiente con ese problema. Los médicos preferían no desalojarla porque les daba miedo tocar una zona sensible y dejarlo mudo o paralítico. El hombre se acostumbró a vivir con la bala como otros se acostumbran a vivir con la idea. A ratos tenía neuralgias, pero a ratos se le activaba misteriosamente también una zona del cerebro productora de euforia.
Con las ideas alojadas en la cabeza ocurre lo mismo. Al volverse obsesivas, como ese pariente que vino por unos días y se quedó en nuestra casa para siempre, nos hacen sufrir. No soportamos verlas pasear por el encéfalo en camiseta de tirantes. Pero lo cierto es que muchos días, al caer la tarde, da gusto sentarse con el primo lejano para beber una cerveza y ver la tele. Esa alternancia entre el odio y el apego se llama ambivalencia. Muchos españoles la han sufrido respecto a España porque la tenían alojada en la cabeza, y sin orificio de salida. España como obsesión, diríamos. Pero los españoles más interesantes podrían haber sido suecos o daneses con la misma falta de entusiasmo si la suerte lo hubiera dispuesto así.
Ahora algunos políticos catalanes hablan como si tuvieran alojada en la cabeza la idea de Cataluña. Vale, se puede vivir con una idea incrustada en el cerebro sin que toque ningún órgano vital. Pero no olvidemos que muchas de las neuralgias insufribles y las euforias absurdas que destruyen a los pueblos proceden de la existencia de ese cuerpo extraño (nada más extraño que la propia patria).
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.