A los voluntarios se nos asignaba una familia con la que conviviríamos durante nuestra estancia en el pueblo. En esta fotografía, 'mi hermano', Yibi Shila y su eterna sonrisa. Mi mejor regalo.María ArrabéEstos dos nenes guapisimos eran los vecinos de la asociación.María ArrabéLas niñas de Ndiawara, Senegal, nunca pierden la sonrisa.María ArrabéLa cocina de Ndiawara.María ArrabéMis vecinosMaría ArrabéLos voluntario de la ONG Viento Norte-Sur en Ndiawara, la noche de mi despedida.Los campos de arroz son el lugar de trabajo de los vecinos de Ndiawara. Para ellos, la recolecta, así agachados, es la rutina de cada día.María ArrabéEquipo de fútbol de Ndiawara el día del partido contra un equipo de un pueblo vecino, saludando a la afición.María ArrabéClase de formación de primeros auxilios a siete mujeres y un hombre de la aldea.María ArrabéPrimera asamblea con el personal del dispensario para plantearnos el método de trabajo.María ArrabéMujer sacando agua del pozo a pulso.María ArrabéLas tareas del hogar. Mi hermana, Ulei Shila, barriendo con su particular escoba.María ArrabéLas mujeres transportan los fardos de comida sobre las cabezas.María Arrabé
