Temas personales
Mariano Rajoy es un anfibio, espera y reflexiona con el cuerpo semisumergido, en reposo pero en alerta
He podido comprobar que en el corazón de Ibiza muchas mujeres no llevan bragas y que prefieren desviar ese gasto a zapatos caros y extravagantes. Lo hacen sin aspaviento ni ostentación. De una manera natural, como la propia Ibiza.
Heart, el restaurante-discoteca ideado por los hermanos Adrià y el expropietario del Cirque du Soleil, lucha por ubicarse en el mismo circuito de los míticos Lío y Cipriani. Unos queridos amigos celebran su cumpleaños y así podemos acceder al exclusivo sitio casi con la misma normalidad que Rodrigo Rato al Ministerio del Interior. Precisamente, en ese interior y desde su terraza se puede observar la marina y recibir todo el embate del calor nocturno. Una mujer acalorada, con nombre de perfume y experta en conseguir el mismo efecto con sus piernas que Sharon Stone en Instinto básico, mostraba su ministerio del interior para curiosidad y deleite de los privilegiados. También luchaba para conseguir abanico y comida. Porque en la animada terraza la cena no se sirve en la mesa sino que te adjudican 16 fichas que debes canjear para conseguir tu propio plato, haciendo cola en una docena de puestos de diferentes gastronomías. La bella esposa de Lorenzo Quinn, Giovanna, manifestó contrariedad ante el sistema. “Nunca he sudado tanto por un plato de comida”, porque las colas ante cada puesto por un momento llegan a recordar las que suceden en los supermercados de Venezuela pero con mujeres delgadísimas y zapatos extravagantes. La necesidad de innovar en la competitiva industria turística es así, ¡hay que arriesgarse! Ya pronto veremos bodas en este plan gastrofiesta. La querida María Antonia alabó que supiera darme un garbeo investigador y seleccionara dim sum en un puesto Oriental y costillitas y hamburguesa en el puesto americano. Me habría gustado agregar una ensalada César pero, en efecto, la cola me echó, naturalmente, para atrás. “¿Sabes qué pasa en Ibiza este verano?, inquiere la señorita Cachi, una veterana amante de la isla. “Pues que antes te encontrabas con Mario Testino y te ibas con él a tomar un cafelito. Ahora te encuentras con mucha gente y no hay nadie”.
Ajenos a cualquier nostalgia nuestros anfitriones disponen de una cama en la planta superior del club y desde allí se observa el espectáculo del Cirque du Soleil, es bello verlo desde lo alto, eso sí, cerca de unos príncipes árabes que disponen del máximo lujo: refrigeración propia pero egoísta. Abajo, en la pista, entre los cientos de cuerpos danzantes, la situación vuelve a dejar claro que Ibiza, aun repleta de gente desconocida, siempre supera las modas, incluidas las que crea.
Mallorca es para los armadores, vestidos de blanco tomándose selfies en un nuevo fotomatón del club náutico que luego envían a tu correo electrónico. Es decir, un sistema que mezcla lo público con lo privado. Como sucede en la vida de Rodrigo Rato, ese hombre capaz de conseguir que en el Ministerio de Interior el ministro titular le reciba para hablar de temas personales. Como en un club. Por un lado, se entiende: Rodrigo Rato ha sido una persona tan ligada al poder que probablemente no sepa diferenciar lo público de lo privado. Y así le va este verano.
Seguramente, entre los políticos un amigo, por más imputado que esté, siempre es un amigo, pero resulta extravagante emplear un ministerio para una reunión de temas personales. Podrían haberlo hecho en un club en Ibiza, saltar de tema personal en tema personal y de mesa en mesa. Incluso podrían valorar si la costumbre de no llevar ropa interior es personal, vulgar o incómoda. “¿Y tú te crees que no hablan de eso en sus reuniones personales en los ministerios?”, me pregunta la veterana ibicenca. Pues, yo no lo sé. Ahora, tras sus declaraciones en el Parlamento, el ministro Fernández tiene un nuevo cargo: es el Ministro Personal.
Mientras todo esto fluye, Mariano Rajoy está en remojo en un río gallego. La fotografía ha conseguido pasar como si fuera un tema personal de los de antes pero puede ser muy descriptiva de la situación actual del presidente: en bañador con el agua al cuello pero a flote, como si fuese su estado natural, en remojo pero con la cabeza afuera, observando y calibrando su siguiente movimiento. Rajoy es un anfibio, espera y reflexiona con el cuerpo semisumergido, en reposo pero en alerta, sus ojos verdes como el agua del río, atentos al más leve movimiento de cualquier otro anfibio, araña o ministro. Cuando observas la vida desde un río, comprendes que todo está obligado a seguir la corriente. Mientras los que creen estar seguros en tierra firme se enredan en temas personales, el jefe de todo espera. Y sus ojos delatan que piensa en todo menos en temas personales.
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