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Comercio local

Los pequeños negocios deben meditar si los productos que ofrecen son singulares. Los meros intermediarios tienen los días contados

Andoni Luis Aduriz
Ensalada de redondo de ternera.
Ensalada de redondo de ternera.Óscar Oliva

Las arterias del corazón de nuestros barrios y pueblos son las calles. Hace décadas, cuando era niño, las recuerdo como travesías llenas de vida y actividad, sanas y activas. Pero con el paso de los años, el envejecimiento de la población y los cambios de modelo en el consumo han ido gastándose, perdiendo movimiento y marchitándose, como si fueran las vías de un órgano aquejado de una enfermedad. Y, derivado de ello, esos pequeños negocios y tiendas que nutrían de servicios y vigor la historia de nuestras ciudades han ido bajando la persiana. Empresas modestas, si se perciben de manera individual, pero de vital importancia en conjunto por su contribución al fomento y la promoción de la actividad económica y el empleo. A priori, enlaces entre el productor o fabricante y el usuario, expertos en las materias que corresponden a su actividad y prescriptores entendidos.

En los últimos años, la onda expansiva de Internet ha golpeado a casi todos estos pequeños locales, que ofrecen productos y servicios que se pueden adquirir hoy día frente a la pantalla del ordenador o la tableta, en grandes superficies o en cadenas de gigantes mundiales de la distribución que acaparan sectores concretos: deportes, muebles, electrónica, juguetes, alimentación. Así, zapaterías, mercerías, jugueterías, ferreterías, anticuarios, tiendas de regalos, electrónica, mobiliario y ropa, entre otras actividades, ven cómo sus negocios se vacían de clientes, que ahora optan por adquirir sus artículos de forma virtual o mientras llenan el carro de la compra.

Por si esto fuera poco, otros sectores se han visto sacudidos además por una traumática y veloz transformación en su ámbito de actividad, como les ocurrió a los videoclubes hace años, padeciendo las consecuencias de una arrolladora realidad tecnológica que los deja vacíos de cometido; en esta tesitura se vieron sumidas de la noche a la mañana las tiendas de música y videojuegos, y, poco a poco, las librerías y agencias de viajes. De este modo, los huecos que van quedando huérfanos entre farmacias, bancos, estancos, peluquerías y bares, que resisten a las dificultades del momento, los van adquiriendo franquicias de telefonía móvil, panaderías y locales de comida rápida, además de locutorios y bazares de todo a un euro.

Es obvio que el mundo está cambiando, y con él la movilidad, la manera de vivir, relacionarnos y adquirir nuestros bienes. El público dispone de programas, buscadores, aplicaciones y ofertas estimulantes que le permiten procurarse todo aquello que desea y al mejor precio sin moverse del salón de casa. En medio de esta tormenta perfecta, lo que le resta al comercio local para sobrevivir es meditar si los servicios y productos que oferta son verdaderamente locales o lo suficientemente singulares como para desafiar a las industrias que mezclan low cost, ocio y comodidad a la vez.

La realidad demuestra que aquellos que sean meros intermediarios entre mayoristas y el cliente final tienen los días contados si no son capaces de dotar a sus actividades y propuestas comerciales de valor añadido, personalización y especialización, empleando, además, las mismas herramientas que los están ahogando para ampliar el nicho de mercado más allá de la calle que los acoge. El desafío es grande, pero no por ello menos excitante y necesario si no deseamos ver en el trayecto que va de casa al trabajo o al centro comercial un paisaje repleto de persianas echadas y escaparates vacíos. Un páramo.

Ensalada de redondo de ternera

Ingredientes

Para 4 personas

Para el redondo

  • 2,3 kilos de redondo aproximadamente
  • 150 gramos de zanahoria
  • 250 gramos de chalota
  • 500 gramos de cebolleta
  • 1 rama de tomillo fresco.

Para la vinagreta

  • 25 gramos de ajos encurtidos
  • 25 gramos de pepinillos encurtidos
  • 25 gramos de alcaparras
  • 25 gramos de cebolleta
  • 8 gramos de vinagre de Jerez
  • 250 gramos de yogur natural desnatado
  • 9 gramos de aceite de oliva
  • Sal
  • Pimienta

Para la ensalada

  • Hojas (carnosas, si puede ser) de lechuga
  • Espinaca
  • Acederas
  • Shiso
  • Achicoria
  • Cebollino picado

Instrucciones

1. El redondo

Limpiar el redondo eliminando pieles y grasa. Bridar y sellar en la plancha. Dorar la guarnición aromática. Disponer el redondo junto a la guarnición aromática en una bandeja de horno y cocinar a 180 grados hasta que el interior de la carne llegue a los 50 grados.

2.

Retirar del horno y dejar reposar la carne en una rejilla hasta que se enfríe completamente. Reservar.

3. La vinagreta

Picar todos los encurtidos en brunoise fina. Mezclar con el yogur. Terminar con el vinagre, el aceite de oliva. Salpimentar.

4. Acabado y presentación

Cortar el redondo en lonchas finas. Disponer en un plato, alternativamente, redondo y hojas creando volúmenes. Aliñar con la vinagreta. Terminar con el cebollino picado.

La carne

En general, las carnes poseen una gran cantidad de proteínas de alto valor biológico. No son buena fuente de hidratos de carbono. El perfil nutricional de la carne varía, entre otros aspectos, en función del tipo de especie, raza, sexo, edad, tipo de alimentación, zona de corte… Es un alimento del cual podemos destacar las vitaminas del grupo B, el contenido en hierro en la forma hemo (más biodisponible) y el zinc. Desde un punto de vista de color, la carne se clasifica en blancas y rojas en función del contenido en mioglobina. Las carnes rojas, por lo general, tienen más grasa y esta es saturada. Entre las carnes rojas podemos hablar, entre otras, de vaca, buey… Aunque, como se indicaba antes, no todas las carnes rojas son iguales. Y según el tipo de carne, corte, etcétera, tendrán más o menos grasa.

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Sobre la firma

Andoni Luis Aduriz
Andoni Luis Aduriz (San Sebastián, 1971) es un cocinero reconocido internacionalmente que lidera desde 1998 el restaurante Mugaritz, en Errenteria, con dos estrellas Michelin. Comunicador y divulgador, colabora desde 2013 con ‘El País Semanal’, donde comparte su particular visión de la gastronomía y su mirada interdisciplinar y crítica.

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