“La mujer no siempre quiere ser tan competitiva como el hombre”
La astrofísica británica realizó un descubrimiento que mereció un Nobel, pero no para ella. Años después, considera que no recibirlo puede haber sido beneficioso para su carrera
En 1967, Jocelyn Bell (Belfast, Reino Unido, 1943), descubrió uno de los objetos más enigmáticos del cosmos. Afinando un radiotelescopio diseñado por su director de tesis, Antony Hewish, encontró unas señales que no podían explicar ni las interferencias de la tecnología terrestre ni los cuerpos celestes conocidos. Eran unos pulsos regulares que en algún momento dejaron fantasear con la posibilidad de que fuesen mensajes enviados por una civilización extraterrestre. El hallazgo de más fuentes similares descartó el origen alienígena.
Los generadores de aquellas peculiares señales eran en realidad un tipo de cadáver de estrella conocido como estrella de neutrones o púlsar, por la forma de emitir radiación que observó Bell. Aquellas estrellas habían agotado su combustible derrumbándose bajo su propia gravedad hasta concentrar una masa como la del Sol en una pelota del tamaño de una ciudad como Madrid. En 1974, Hewish recibió el premio Nobel de Física por descubrir los púlsares. Bell fue ignorada.
La física británica acaba de recibir, a propuesta de la comisión Mujeres y Ciencia del CSIC, la Medalla de Oro de la mayor institución científica española, reconoce que no recibir el Nobel pudo ser beneficioso para ella. Por un lado, gente de todo el mundo, “en particular investigadores doctorales como ella”, crearon una gran ola de simpatía hacia ella. Además, “una segunda ola, la del feminismo”, también la impulsó en una carrera en la que no ha faltado el reconocimiento. La investigadora, que hoy es mucho más conocida mundialmente que el Nobel Hewish, visitó Madrid la semana pasada invitada por la Fundación Areces y el programa L’Oréal-Unesco For Women in Science.
Tras descubir los púlsares los periodistas le pedían que se desabrochase botones de la blusa para las fotos
Pregunta. ¿Ha cambiado mucho la visión de las estrellas de neutrones desde que las descubrió hace medio siglo?
Respuesta. Hemos visto que son aún más asombrosas de lo que imaginábamos. Cuando un tema tiene 50 años no es que pierda interés, pero ya es maduro. El campo de las estrellas de neutrones, sin embargo, se comporta como un adolescente, es vibrante. Aún hay grandes sorpresas. Los primeros púlsares que encontré no eran especialmente rápidos. Ahora hay púlsares con periodos de milisegundos, hacen varios cientos de revoluciones por segundo y eso no lo habríamos esperado. También hemos encontrado púlsares que se mantienen silenciosos durante un tiempo entre pulsos.
P. Cuando descubrió los púlsares, ¿era algo que esperaba?
R. Yo estaba haciendo una observación del cielo para mi tesis y estaba siendo muy meticulosa, asegurándome de que entendía todos los pequeños detalles de un nuevo telescopio. Allí había señales que podías achacar a unos u otros problemas, pero este no era posible. Al principio había una señal que no podía entender. Investigamos más y vimos que eran estos pulsares.
P. ¿Ha habido algún descubrimiento de esa relevancia desde entonces?
R. Hay un descubrimiento reciente muy interesante hecho por astrónomos de púlsares, que probablemente no es un púlsar. Están encontrando pulsos únicos que provienen de una parte del cielo. Después, siguen mirando y no vuelven a registrar más pulsos. Y miran con telescopios ordinarios o de rayos X y no hay nada. Creemos que su origen está muy lejos, fuera de nuestra galaxia, a una distancia inmensa. Hemos encontrado alrededor de una docena de estas señales y las llamamos Fast Radio Bursts. No se sabe qué son, pero es quizá uno de los hallazgos más excitantes de los últimos tiempos en astronomía. Creo que son algo catastrófico, el final de algo. Y solo aparece en los radiotelescopios.
P. Usted tenía 24 años cuando realizó un descubrimiento de unas dimensiones que ni los más brillantes suelen alcanzar en toda su vida. ¿Cómo es la carrera de un científico a partir de ese momento?
Los investigadores que toman bajas de maternidad regresan con mejores ideas
R. Mi carrera fue complicada porque me casé muy pronto después y tuve un bebé. Además, en aquel tiempo en el Reino Unido se suponía que las mujeres casadas no trabajaban y se consideraba probado que si las madres trabajaban los niños serían delincuentes o locos. No había ningún tipo de ayuda para que las madres trabajasen. Así que durante los siguientes 20 años mi carrera fue complicada. Pero después de ese tiempo, mi matrimonio se rompió, el bebé era ya un estudiante universitario y mi carrera pudo comenzar de nuevo en condiciones.
P. Cuenta que cuando descubrió las estrellas de neutrones los periodistas no sabían cómo tratar con una mujer científica y le hacían peticiones como que se quitase un botón más de la blusa para tomar fotos. ¿Ha cambiado mucho la situación desde entonces?
R. Ha habido algunas mejoras, aunque me gustaría ver más. Hay muchas mujeres jóvenes haciendo ciencia en el Reino Unido, pero el número de puestos directivos no ha cambiado demasiado.
P. ¿Cómo se podría acelerar este proceso?
R. Ahora se está empezando a acelerar en el Reino Unido porque las agencias que financian la investigación dicen que no puedes recibir dinero a menos que muestres que tu departamento es favorable a las mujeres. Así que de repente los hombres están preocupados por tener mujeres en sus equipos.
P. ¿Cómo cambiaría la forma de hacer ciencia que haya más mujeres y más mujeres en puestos directivos?
Los grupos diversos, con distintos géneros o nacionalidades, son más exitosos
R. Ahora se sabe que tanto en los negocios como en la investigación un grupo diverso, con muchos tipos de gente, diferentes nacionalidades, géneros, es más exitoso que uno monolítico formado solo por hombres blancos. Es más difícil de gestionar, pero como la gente distinta afronta las preguntas desde ángulos diferentes, con distintas perspectivas y acervos, esto hace al grupo más flexible y fuerte.
P. ¿En qué se diferencia la forma de afrontar la ciencia de hombres y mujeres?
R. Muchas veces, aunque no siempre, el hombre es más competitivo. La mujer no siempre quiere ser tan competitiva. Y una buena parte de la forma de funcionar de la ciencia tiene que ver con la competición: es una carrera, un juego. Se ha comentado que, posiblemente, la crisis bancaria no habría sucedido con una mayor presencia de mujeres en el sistema. No obstante, mujeres como yo, que han estado en ese entorno toda la vida, podemos ser medio hombres ya porque siempre hemos tenido que jugar su juego, no podíamos reescribir las reglas.
P. ¿Cómo pueden competir las mujeres y al mismo tiempo mantener una familia?
R. Hay una forma. Es la baja de paternidad. Los niños no solo los deben cuidar las madres, sino también los padres. Finlandia es un ejemplo. Cuando tienen un niño, ambos padres tienen una baja de 12 meses entre los dos. El padre debe tomar tres meses, la madre tres meses y el resto se lo distribuyen a su gusto. Esto cambia mucho la perspectiva sobre las mujeres en edad de tener hijos. Sin un sistema como este, cuando alguien se plantea contratar a un hombre o una mujer de esta edad para un puesto, contrata siempre al hombre, pero mecanismos así igualan la situación. Otro resultado interesante de estas medidas es que en Finlandia los científicos que toman estos tres meses para cuidar del bebé regresan a trabajar como mejores científicos, probablemente porque su cerebro tiene tiempo para funcionar libremente. Se liberan de las rutinas, de la presión y tienen mejores ideas.
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