El gusto por lo saludable
La cocina no solo atiende a los juicios del paladar, sino también al bienestar del organismo Las frutas y productos fermentados favorecen la salud del aparato digestivo, gobernado por el sistema nervioso y fundamental para absorber nutrientes y eliminar toxinas
En el cerebro, los circuitos del placer y el desagrado son los mismos para la comida y para las relaciones sociales. Hay estudios recientes que plantean que las personas que han experimentado traumas durante su infancia desarrollan, en un alto porcentaje, trastornos intestinales crónicos.
Ante una situación de estrés o impacto emocional, perdemos el apetito y no somos capaces de llevarnos nada a la boca. Si es un problema que se dilata en el tiempo, además de afectarnos psicológicamente, alterará también el funcionamiento y la salud del intestino.
Si bien es verdad que un importante paso de la digestión se lleva a cabo en el estómago, es en el intestino donde tienen lugar la absorción y asimilación de muchos nutrientes esenciales. El estómago y el intestino están gobernados por el sistema nervioso entérico, una subdivisión del sistema nervioso autónomo que se encarga de controlar directamente el aparato digestivo y que está compuesto por una compleja red de terminales y sensores del nervio vago que evalúan los nutrientes. En las células de las paredes del estómago se sintetizan hormonas como la grelina, que llega al cerebro a través de nuestra sangre para estimular el apetito. En el intestino también se sintetizan otras hormonas, como el neuropéptido y la colecistoquinina, que sirven para controlar el proceso digestivo.
Un problema que se dilata en el tiempo alterará el funcionamiento y la salud del intestino
Además, el sistema nervioso entérico regula los movimientos intestinales imprescindibles en cada momento para el progreso de la digestión y responde al ataque de las toxinas presentes en los alimentos. Cuando la flora intestinal está debilitada y el intestino deteriorado, sea por unos malos hábitos alimentarios o por problemas de estrés, ansiedad o depresión, además de no absorber correctamente los nutrientes que el organismo necesita, se entorpece la eliminación de los elementos tóxicos presentes en nuestro cuerpo, lo que finalmente puede desencadenar diversos problemas de salud.
Un intestino sano requiere una dieta pobre en proteínas animales, lácteos y azúcares, y rica en la fibra, las vitaminas y los minerales presentes en vegetales, cereales integrales, legumbres o frutas. También necesita de los probióticos que podemos hallar en los productos fermentados, los cuales nos ayudarán a mantener el equilibrio de nuestra compleja flora intestinal.
La dimensión gastronómica apremia a explorar productos y elaboraciones que nos aporten placer. Pero, cada vez más, esa felicidad atiende tanto a juicios del paladar como al bienestar del organismo en su conjunto. Lejos queda ya aquel eslogan que decía: “La función de los médicos es salvaguardar nuestra salud, y la de los cocineros, deteriorarla”.
Ensalada de algas y mejillones
Ingredientes
Para 4 personas
El picadillo
- 80 gramos de algas wakame
- 40 gramos de lechuga de mar
- 40 gramos de alga kombu
- 10 gramos de cebolleta
- 1 diente de ajo
- Vinagre de garnacha
- 1 limón
- Pimienta negra
Los mejillones
- 400 gramos de carne de mejillón
- 1 lechuga
Instrucciones
1. El picadillo
Hidratar el alga wakame y cortar en tiras. Reservar. Hidratar el alga kombu y la lechuga de mar, y cortar en trozos irregulares. Laminar la cebolleta. Picar el diente de ajo finamente.
Mezclar en un bol todos los ingredientes. Aliñar con el vinagre de garnacha, piel de limón rallada y pimienta negra recién molida. Reservar.
3. Los mejillones
Ahumar los mejillones ligeramente.
4. La lechuga
Limpiar la lechuga.
5. Acabado y presentación
Mezclar la lechuga con el picadillo, que servirá de aliño. Servir en el plato. Terminar con los mejillones ahumados y un poco de perejil picado.
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