Un jardín portátil
Versátiles y móviles, así son los exteriores urbanos construidos con muebles, plantas y accesorios capaces de viajar del interior al exterior
Muebles que emigran
A la hora de diseñar un jardín en la ciudad, los expertos aconsejan empezar por asignarle una función para que sea útil. El paisajista Xavier Bisbe, de Arbòretum, es contundente: “Un exterior sin función es un espacio estéril”. Desde Verdtical, la firma que ha sofisticado los jardines verticales, Daniel Guzmán, su fundador, introduce la premisa del cambio: “Si un jardín desea permanecer, además de variar de forma y función, tiene que poder cambiar de entorno. Un exterior móvil es el futuro”. En la imagen de arriba, sofá del programa modular Nak ideado por Andrés Bluth para Bivaq, taburetes Vint de la misma firma y una mesa que es una lámina de agua de EspaiD. Las lámparas de pie TXL de Joan Gaspar para Marset, procedentes de Arbòretum, se anclan al suelo con bases de pizarra. Las alfombras Practik 4x4 de Nani Marquina logran lo que parecía imposible: una superficie que resiste el agua y el sol, no deja pelusa y se lava con agua y jabón. Juntando dos paneles vegetales móviles, la firma Verdtical pinta un cuadro vivo. Se ilumina con luces portátiles LaDina de Ares Ibérica. En la mesa, vela piedra de Espelma & Louise. Pareos de QBe-e y camiseta de Kinky Merengue.
Jardines verticales
La movilidad se ha hecho ley también en el exterior. Con solo dos biombos vegetales de Verdtical y con las mismas plantas, por ejemplo, se puede conformar desde un cuadro vivo (como el del salón) hasta este rincón verde para un pícnic. Se trata de jardines autónomos, que incluyen autorriego, pero incorporan ruedas en su base para desplazar el jardín de un sitio a otro. Lo portátil se impone. El Hamacon, una propuesta de la firma sevillana Evercasa, adquirido en Arbòretum, es fiel a esta filosofía. Aunque es un asiento de exterior, dispone de una base desmontable para llevarlo al interior en invierno o guardarlo en un armario cuando interese. Lo mismo ocurre con la barbacoa Mon Oncle, de Mermelada Estudio, que se transporta y se guarda en una maleta. El estudio CrousCalogero arrasa en Francia con las regaderas Ohlalà, que tienen algo de botijo, pero que son de silicona, maleables, se pueden colgar como un bolso y se fabrican en 13 tonos distintos. Las distribuye Cal Rei por toda España. Los pareos son de QBe-e, y la camiseta, de la firma MoiStore.
Lienzos de quita y pon
La propuesta del estudio Cid Delta es proyectar nubes arquitectónicas con telas tensadas que se pueden instalar (y desinstalar) sin despliegues técnicos. Las de la imagen, realizadas con tejidos transpirables y resistentes a la rotura que dejan pasar el aire, pero filtran los rayos ultravioletas, son de la firma Coolaroo, a la venta en Bauhaus. Los diseñadores Serra y De la Rocha optan por un comedor modular: en lugar de una mesa grande, tres mesas pequeñas y altas (el modelo Pol para Calma) dan pie a configurar un área lúdica que evoca una terraza de bar fácil de montar, trasladar y reconfigurar. La creadora Beatriz Sempere va un paso más allá e introduce el diseño a medida en los taburetes. Los asientos Plis Plás, para la firma Calma, son planos que pueden estamparse y después plegarse con un simple gesto. Con la misma idea de acercar el arte a las personas, la firma textil Qbe-e propone inventar tus propios atuendos veraniegos, fulares y ‘sarongs’ que son lienzos (como el de color naranja de la Art Collection Limited Edition del artista Paco Naranjo).
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