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CLAVES
Columna
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Toma impuestos

Hasta ahora, durante años, el votante del Partido Popular ha ido premiando la alergia fiscal de sus líderes con la fidelidad de su papeleta.

Jorge M. Reverte

Tenemos que reconocer que el PP está siendo muy serio en algunos de los puntos de su programa electoral, del programa común que se escapa del que en cada ciudad o comunidad hay que destacar. Desde luego, es el caso de los impuestos.

Unos dirigentes compiten con otros en ser más terminantes al respecto: “Vamos a bajar los impuestos”. En un programa general de elecciones hay que tener más cuidado. Pero se ve que el PP considera que las ciudades españolas aguantan lo que sea. Sin ir más lejos, dicen que en Madrid pueden bajarse las recaudaciones fiscales aunque Gallardón haya dejado la deuda por las nubes. Valencia anda por ahí. Si Madrid o Valencia fueran un país, estarían fuera del euro hace mucho.

Y tenemos a Cristina Cifuentes, Esperanza Aguirre, Ana Botella, Rita Barberá y una larga nómina de políticos populares echando carreras entre ellos para ver quién llega más rápido al impuesto cero, que supongo que es su fin.

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El votante del Partido Popular, hay que reconocerlo, es sensible a tan generosas propuestas. Hasta ahora, durante años, ha ido premiando la alergia fiscal de sus líderes con la fidelidad de su papeleta. Nadie del PP nos ha acabado por explicar, sin embargo, de dónde piensan obtener los fondos para hacer funcionar las ciudades. Alberto Ruiz-Gallardón nos dejó 6.000 millones de euros a pagar cuando se pueda, y Montoro, que se ocupa de la cosa central, ha subido el IVA pese a que decía que no lo iba a hacer. Las matemáticas le son más infieles al PP que los votos.

Lo que pasa es que realmente es muy difícil competir con este discurso suicida. ¿Quién va a encabezar un programa electoral anunciando que va a subir todos los impuestos? Nadie, salvo quizá Albert Rivera, que quiere ponerle más IVA al pan.

Se puede proponer subir más el IVA cultural. Si pensamos que hay votantes del PP que consumen cine y leen libros, acabarán pidiendo que baje su precio. Y ese será el momento. El PP se habrá suicidado, y los libros serán más baratos.

Mientras, una propuesta de eslogan a los populares: ¿no queréis impuestos? Pues toma. En las librerías.

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