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“Corremos contra el reloj, las lluvias torrenciales y los nuevos sismos”

Apoyar a los nepalíes para que tengan casas más seguras y calientes es urgente La gente que antes no tenía mucho ahora lo ha perdido todo

El riesgo de que las estructuras que no han colapsado se acaben por derrumbar es muy elevado.
El riesgo de que las estructuras que no han colapsado se acaben por derrumbar es muy elevado.Laxmi Prasad Ngakhusi (PNUD Nepal)

La verdad es que no sé qué hora era. Cuando te adentras en las comunidades remotas de las montañas de Nepal, todo cambia: el tiempo se detiene y, a la vez, pasa volando. El pasado martes, 12 de mayo, cuando casi nos empezábamos a acostumbrar cada día a los temblores rezagados del devastador terremoto que sacudió hacía apenas dos semanas, la tierra nos sorprendió de nuevo.

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Estaba con el equipo de ingenieros trabajando con familias del distrito de Sindhupalchock, un área rural en el centro del país en la que prácticamente no queda ni una casita en pie. Tras una sesión de formación básica y de distribución de equipos necesarios, nos disponíamos a bajar las laderas hacia unas cuantas casas cuyos daños teníamos que certificar antes de proceder a la demolición. El destino quiso que nos retrasásemos unos minutos. El nuevo terremoto nos pilló en el camino y, afortunadamente, esta vez no hubo victimas.

En un momento, y sin saber por qué, las piernas me empezaron a temblar y caí al suelo ante la sacudida. En seguida escuché gritos. Debo de reconocer que me llevó unos segundos darme cuenta de lo que realmente estaba pasando.

Muchas de las familias que estamos apoyando para que lideren el proceso de reconstrucción de su comunidad, entraron en pánico. Eran hombres, mujeres y niños que, lógicamente, tienen muy presente lo que recién les pasó hace un par de semanas. La gente gritaba. Algunos se desmayaron. Varias de las viviendas que precisamente estábamos evaluando, terminaron de colapsar. Habíamos sentido shocks cada rato, lo que crea un ambiente muy tenso, pero esto fue diferente: fue un terremoto en toda regla.

La gente gritaba. Algunos se desmayaron. Varias de las viviendas que precisamente estábamos evaluando, terminaron de colapsar

Acá en Nepal corremos contra el reloj y contra muchos otros desafíos que hacen que las labores de reconstrucción sean un reto muy complejo. Las más de 300.000 casas dañadas son un riesgo enorme ya que es tan solo cuestión de tiempo terminen por derrumbarse, llevándose consigo, muchas veces, las familias que tratan de recuperar sus herramientas de trabajo o los niños y niñas que, ajenos al riesgo, juegan entre los escombros y las maderas. Además, pronto viene el invierno y la temporada de monzón con sus lluvias torrenciales. A estas alturas es ya evidente que muchos escombros, los restos de las viviendas que no sean debidamente aseguradas, serán arrastrados pendiente abajo por el agua como si fuesen hojas secas creando deslizamientos de tierras y más destrucción.

Por el momento, las familias se construyen un cobijo con lo que pueden. Los plásticos que nuestros proyectos de desarrollo rural habían suministrado como invernaderos básicos, son ahora casas temporales para protegerse contra el sol, el frio o la lluvia.

Muchas personas se arriesgan a que sus casas se les caigan encima al tratar de recuperar herramientas y bienes de su interior.
Muchas personas se arriesgan a que sus casas se les caigan encima al tratar de recuperar herramientas y bienes de su interior.Laxmi Prasad Ngakhusi (PNUD Nepal)
Laxmi Prasad Ngakhusi (PNUD Nepal)
Laxmi Prasad Ngakhusi (PNUD Nepal)

La necesidad de apoyar a estas comunidades para que tengan hogares más seguros y calientes en las próximas semanas es absolutamente urgente. La gente, que antes de los terremotos no tenía mucho, ahora lo ha perdido todo. Estamos trabajando en comunidades donde la destrucción es prácticamente total y el 98% de las casas se han derrumbado. Las familias no pueden entrar ni recuperar sus documentos, ni sus títulos de propiedad o sus herramientas de trabajo. Es un reto increíble.

Al trabajar todos los días con estas personas, hombres y mujeres que no pueden ocultar el miedo por el gran shock que han vivido, pero que al mismo tiempo muestran una dignidad y una calma pasmosa, es imposible no recordar nuestro trabajo en Haití, donde lideré, también con el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), la iniciativa de gestión de escombros y los esfuerzos con las comunidades para su recuperación tras el terremoto que azotó a la capital, Puerto Príncipe.

El caso de Nepal es parecido y muy diferente a la vez. Los dos países han sufrido el impacto de los terremotos más devastadores del siglo XXI. En términos de escombros, el número de casas dañadas en Nepal es, por lo menos, tres veces mayor que en Haití. Mientras en Nepal los terremotos recientes han golpeado muy duro a áreas montañosas y rurales, el sismo de Haití destruyó la capital casi por completo, matando a más de 250.000 personas, entre ellas un 30% de los funcionarios públicos, lo que afectó enormemente a la capacidad del gobierno de responder a una crisis de tal magnitud. El terremoto en Puerto Príncipe también golpeó muy duramente a las Naciones Unidas. El edificio de la Misión de la ONU en el país colapsó; perdimos a más de 100 colegas —un número histórico de funcionarios fallecidos en un solo desastre.

Las más de 300.000 casas dañadas son un riesgo enorme ya que es tan solo cuestión de tiempo terminen por derrumbarse

Mucha gente desde distintas partes del mundo me pregunta cómo pueden apoyar a Nepal en este momento tan difícil. Hay varias maneras. Pienso que cada uno debe apoyar a las organizaciones con las que tengan más afinidad. Hay muchas entidades que están haciendo un gran trabajo. El PNUD, por ejemplo, está recaudando fondos por medio de su página web. La ayuda que obtengamos irá destinada para la demolición segura y restauración de las casas dañadas por el terremoto en zonas rurales aisladas, y contribuir a que las familias afectadas puedan tener un medio de vida para que, ellas mismas, puedan ser protagonistas de su propia reconstrucción. Sin duda, una pequeña contribución puede cambiar la vida de mucha gente aquí.

Conjuntamente con las autoridades nacionales y locales y, principalmente, con las comunidades afectadas, desde las Naciones Unidas seguimos nuestro trabajo para apoyar a un pueblo que intenta reponerse a pesar de todos los retos que enfrenta.

Corremos contra el reloj, contra las lluvias torrenciales, los nuevos derrumbes, contra el invierno que se acerca y contra el riesgo de nuevos terremotos. Corremos para que el pueblo de Nepal pueda pronto soñar con un futuro mejor.

Ugo Blanco es Asesor regional del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) para Crisis y Conflicto y experto en respuesta a terremotos.

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