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El acento
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Obama ríe y hace reír

El presidente estadounidense se atreve con la parodia ácida de la política en Washington

SOLEDAD CALÉS

Ocurrió durante la noche del sábado pasado. Una vez al año, el presidente de Estados Unidos, Barack Obama en la actualidad, se presenta en la cena (de gala) de corresponsales en la Casa Blanca como un consumado humorista. Tenga la gracia que tenga el presidente de turno, los plumillas del ala oeste de la Casa Blanca le escuchan contar chistes mordaces sobre los problemas del país (bueno, sobre algunos), el mundillo político y su propia persona. Es una práctica que lima asperezas con la prensa y envía un mensaje de confianza y autocrítica. Cuadra con la sencillez anglosajona que tanto gustaba a Taine (Notas sobre Inglaterra), pero resulta impensable en otros países.

Resulta —ya lo ha demostrado en otras ocasiones— que Obama tiene dotes para la comedia. Acompañado de la humorista y presentadora Cecily Strong y del cómico Keegan-Michael Key, se creció con varios chistes y bromeó sobre las recriminaciones de algunos republicanos de que practica la religión islámica en la intimidad. Y se permitió una excelente autoparodia con su “traductor furioso” (el mencionado cómico), que iba enunciando de forma exageradamente indignada las mesuradas y contenidas afirmaciones presidenciales.

Además, Obama sacó punta a Hillary Clinton: “La crisis se ha ensañado con algunas personas. Tengo una amiga que hasta hace poco ganaba millones de dólares y ahora vive en una furgoneta [la de la campaña electoral de la candidata] en Iowa”. Otra burla, esta autoinfligida: “Se me ve tan viejo que Boehner [jefe de la mayoría republicana] ya ha invitado a Netanyahu a mi funeral”. Para acidez oscura, la de Cecily Strong: “El servicio secreto [que protege al presidente] es la única policía que tendría problemas si dispara a un hombre negro”. Hilaridad entre los corresponsales y el todo Hollywood que cena con el presidente (Jane Fonda, Bradley Cooper, Haley Joel Osment...).

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Pero hubo una trinchera que Obama no tuvo valor para asaltar: los tirabuzones que ha incorporado a su peinado Michelle Obama. Merecían un comentario sarcástico sobre el consumo de laca o el parecido con las pequeñas Dorritt de la Inglaterra victoriana. A Barack le abandonó ahí el valor.

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