Mis huesos (M.C.)
Soberana y alta señora Doña Dulcinea del Toboso: a usted la escribo como única esperanza, aunque lo cierto es que ya me queda poca, pues el dinero todo lo puede y permite, mas… ¿Qué podría engendrar el estéril y mal cultivado ingenio mío, sino la historia de un escribano seco, avellanedo, antojadizo y lleno de pensamientos varios y nunca imaginados de otro alguno, bien como quien fue enterrado en un convento hace ya siglos y pretende ser ahora mostrado obscenamente, cuando él solo quiere descansar en paz?— Fernando Reviriego.
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