En el punto de mira
El aumento de ataques a personal humanitario obliga a replantearse las medidas de seguridad
Fue un ataque directo con coche bomba contra la sede del Comité Internacional de la Cruz Roja (ICRC, por sus siglas en inglés) en Bagdad. 12 muertos. Retiramos la identificación de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja en muchos vehículos e incluso en viviendas de expatriados. Era la guerra de Irak de 2003, cuando cooperantes, voluntarios o trabajadores humanitarios no estaban en el punto de mira de extremistas, radicales o, simplemente, maleantes y bandidos. Todo cambió desde ese momento.
Durante aquel conflicto, el voluntariado de la Media Luna Roja Siria (MLRS) se implicó especialmente en la atención a los miles de refugiados iraquíes que escapaban de un país en llamas. Los conocí levantando campos de refugiados, distribuyendo ayudas, apoyando de todas las maneras posibles a las víctimas. Años después, les ha tocado a ellos y ellas, voluntarios sirios, sufrir otro conflicto, esta vez en sus carnes. Como a Samia Al Bish, voluntaria de la MLRS especializada en primeros auxilios, herida varias veces mientras asistía a sus conciudadanos. Samia se considera feliz por poder ayudar a los demás.
Sí. Siria es un ejemplo palpable de la dificultad o incluso de la imposibilidad que encuentra el personal humanitario para desarrollar su quehacer, pese a todas las medidas de seguridad que toma. “Cada desplazamiento, comienza con una negociación: enviamos un mensaje a todas las partes en terreno para obtener su aprobación tratando de asegurar que contamos con un alto el fuego. Pero, incluso entonces, no hay garantías”. Así explica el modo de trabajar de la Media Luna Roja Siria uno de sus voluntarios, Feras Farras.
Aquel país es, precisamente, el peor escenario para los trabajadores humanitarios que dan su vida tratando de ayudar a los demás. Como los 50 compañeros y compañeras de Farras y de Samia que ya no volverán.
Pero no es el único punto caliente. Durante 2014, 104 trabajadores humanitarios fueron asesinados. Siria, Sur Sudán, Afganistán, Pakistán, Sudán y Gaza son los paisajes de escombros y hierros retorcidos en los que quedaron.
Siria es hoy el peor escenario para los trabajadores humanitarios que dan su vida tratando de ayudar a otros
La mayor parte son miembros de la Cruz Roja o de la Media Luna Roja del país afectado, habitualmente invisibilizados. Como dice María Alcázar, directora de Cooperación Internacional de Cruz Roja Española: “Cuando se trata de voluntarios y trabajadores locales, la repercusión en los medios y en la opinión pública es mucho menor. Por otra parte, en las estadísticas a este respecto, los incidentes locales no se reportan ni registran adecuadamente”.
Por estos motivos, las organizaciones humanitarias no paran de reforzar y de actualizar sus protocolos y medidas de seguridad. Manel Górriz, referente de Seguridad de Cruz Roja, apunta a este respecto que “trabajar en una situación extrema supone asumir riesgos extremos y la guerra los reúne todos; por eso, es preciso adoptar elevadas medidas de seguridad que minimicen estos riesgos”.
En estos contextos, los trabajadores humanitarios tienen prohibido permitir el acceso a las sedes o subir a sus vehículos a hombres armados. También tienen que planificar los desplazamientos, estar localizables y comunicarse permanentemente con sus sedes… “Aun así, no existe el riesgo cero”, apostilla Górriz.
Hace años, el emblema de Cruz Roja era la clave para la autoprotección de los miembros de la organización. Pero todo cambió a partir de la guerra de Irak. Aun así, la aceptación y la confianza siguen constituyendo los pilares de la seguridad. Además de la información, las regulaciones de seguridad, el comportamiento personal, las telecomunicaciones y las medidas de protección, tanto las activas como las pasivas (no recurrir a escoltas armados o el refuerzo de los edificios).
Las convenciones de Ginebra de 1949 y sus protocolos adicionales de 1977 protegen a las personas que no participan en las hostilidades, ya sean civiles, periodistas, personal sanitario o miembros de las organizaciones humanitarias, además de los que no pueden seguir participando en los combates, como heridos, enfermos, náufragos y prisioneros de guerra.
En la última ofensiva israelí sobre Gaza se atacó a personal, ambulancias y centros de la Media Luna Roja
Esto, sobre el papel. Gaza, el verano pasado, supuso una muestra evidente de la violación sistemática de estos Convenios, según denunció el mismo CICR tras los ataques contra el personal sanitario, hospitales y ambulancias claramente identificadas con el emblema de la Media Luna Roja. “Esto supone una clara violación de las leyes de la guerra y del Derecho Internacional Humanitario”, apuntó entonces Jacques de Maio, jefe de la delegación del CICR en Israel y los territorios ocupados. En este conflicto, la Media Luna Roja Palestina (MLRP) perdió a tres de sus miembros y otros 40 resultaron gravemente heridos, además de la eliminación de 26 ambulancias y graves daños en centros hospitalarios. Paradójicamente, otros siete miembros de la MLRP habían fallecido días antes de la crisis de Gaza mientras ayudaban a la Media Luna Roja Siria en Damasco en su labor de atención a las víctimas de ese otro conflicto.
La protección de la población civil y del personal de salud es uno de los retos a los que se enfrenta actualmente Cruz Roja. María Alcázar lo indica así: “La inaceptable realidad es que la neutralidad de las instalaciones, de los medios de transporte y del personal de salud es muchas veces ignorada; si la opinión internacional es suficientemente fuerte logrará persuadir a las partes en los conflictos y a la comunidad internacional para que actúen directamente sobre el terreno”.
La protección del personal de salud es uno de los desafíos, pero no el único. Las guerras en estados desestructurados, los conflictos internos sin resolver o el uso de nuevos tipos de armamento marcan un entorno cada vez más complejo que exige una gestión de la seguridad más sofisticada. Ya será tarde, sin embargo, para los tres miembros de la Media Luna Roja Sudanesa que han sido asesinados hace unos días mientras regresaban de una distribución humanitaria en Kurmuk. Viajaban en un vehículo claramente identificado con el emblema de la organización.
Miguel Ángel Rodríguez es responsable de comunicación externa de Cruz Roja Española.
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