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Cacao por un chocolate

Una centenaria marca belga de dulce cambia de nombre tras elegir ISIS para evitar la similitud con el Estado Islámico. Ahora se llama Libeert, el apellido familiar

Belén Domínguez Cebrián
Los chocolates en sus variedades.
Los chocolates en sus variedades.REUTERS

Mientras el Estado Islámico (ISIS, por sus siglas en inglés) luchaba por hacerse con el control de la ciudad siria de Kobane, en la pequeña Comines, una localidad situada al sur de Bélgica, en el Flandes más industrial, de apenas 20.000 habitantes, un chocolate empezaba a pudrirse en el almacén de su fábrica a la espera de recibir encargos que nunca llegaban. Corría el pasado mes de octubre.

Los propietarios calculan que dejaron de ingresar entre 50.000 y 100.000 euros

Italo Suisse, una casi centenaria marca de ese dulce, se veía así forzada a cambiar su nombre por una indeseada, pero evidente, coincidencia con las siglas de los yihadistas que combaten en Irak y Siria, que decapitan y queman vivos a quienes no profesan la versión más extremista del islam y que entrenan a jóvenes europeos —como se ha demostrado recientemente en Francia y Bélgica— para que maten dentro de sus países en el nombre de Alá.

“La propia marca estaba dañando al negocio”, reconoce Désirée Libeert, hija del sexagenario Ignace, el actual propietario de una empresa que vio la luz en 1923.

El 1 de enero de 2014, los socios de la compañía, que emplea actualmente a unas 150 personas y factura unos 35 millones de euros anuales, decidieron cambiar el nombre de su producto estrella de Italo Suisse a un acrónimo de estas dos palabras repetidas (ISIS, por Italo Suisse Italo Suisse). “Creaba confusión sobre nuestros orígenes”, sostiene la directora de una firma que se reclama al cien por cien de Bélgica, una de las patrias y los santuarios del chocolate en Europa. Aclara que fue su tatarabuelo Joseph el que viajó por Suiza para “investigar y estudiar las técnicas del chocolate”.

Querían además con el nuevo nombre recordar a Isis, “la diosa egipcia del amor y la belleza”, como explica Désirée, [la mayor de la cuarta generación de la familia, con una alegre resignación.

Fue “mala suerte”, añade, que optasen, sin saberlo, por una palabra que poco después iba a empezar a escucharse en los telediarios de todo el mundo.

Cuando la connotación terrorista del nombre ISIS comenzó a extenderse el año pasado por el planeta, los Libeert empezaron a notar que los pedidos descendían, “especialmente los llegados de Estados Unidos y Gran Bretaña”, sostiene Désirée. Y saltaron todas las alarmas. Había que cambiar de identidad ya que sufrían unas pérdidas significativas, aunque “difíciles de cuantificar”. La familia calcula que solo antes de la pasada Navidad —cuando aumenta la producción previa a las fiestas— perdieron entre 50.000 y 100.000 euros, aunque insisten en que no es una cantidad comprobada.

Aunque en las discusiones sobre la nueva marca comercial, en las que participaron los cinco socios de la familia, se manejó inicialmente el nombre “Liberty” como “concepto completamente opuesto al terrorismo”, Libeert —un término bastante parecido— fue el que al final triunfó para los envoltorios con el que los productos de esta firma chocolatera llegará a las tiendas a partir de este mes. “Estamos orgullosos de nuestro apellido. Es una decisión lógica”, asevera.

Las tabletas ISIS ya no tienen espacio entre las 5.000 toneladas de dulce que la fábrica produce anualmente. Pero las miles de barras así denominadas que esperaban almacenadas en la fábrica flamenca tuvieron, al final, varios destinos distintos a los inicialmente previtos: España, Francia y Suecia, entre otros.

La firma familiar, quien tiene un heredero de apenas dos años, solo quiere ahora pasar página y continuar con lo que ha hecho durante más de nueve décadas: “Hacer chocolate belga de calidad con una receta familiar secreta” que solo cinco miembros conocen, concluye Désirée.

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