“Queremos generar optimismo”
La presidenta de la Fundación Khanimambo promueve campañas de captación de fondos en las que niños mozambiqueños ayudan a los españoles, y no al revés
Xai-Xai es un departamento costero de la provincia de Gaza, a 224 kilómetros al norte de Maputo (Mozambique). Allí vive un grupo de niños y niñas que han decidido hacer algo por Occidente: garantizarnos donativos de felicidad y entrenamiento personal para convertir a las españolas y los españoles en tías y tíos buenos. Para ello, han grabado varios vídeos en los que practican todo tipo de deportes, en mallas y calentadores. Firma esos vídeos la Fundación Khanimambo, palabra que significa “gracias” en shangana, una lengua local mozambiqueña.
Alexia Vieira es la fundadora y presidenta de esta fundación. Nació en Lisboa en 1983, pero llevaba media vida en España… hasta que se enamoró de Mozambique. Madre de dos niñas, estudió periodismo y relaciones internacionales y descubrió África con una experiencia de voluntariado al terminar la carrera. “Después de lo que conocí en Mozambique, no podía quedarme indiferente. Sentí que podría hacer algo, que quería hacerlo y que no me apetecía quedarme en el mismo sitio de donde partí.”
Alexia explica que hizo periodismo para buscar el contacto con la realidad y “cumplir el sueño de dar voz a las personas que necesitan ser escuchadas”. Ahora, crea proyectos y apuesta por campañas de captación de socios y fondos como Déjate ayudar, que prescinden de imágenes efectistas y dramáticas y piensan en una comunicación en positivo, alegre, vital. Si hay algo que distingue a Khanimambo de otras oenegés es su visión decididamente “alternativa” de la cooperación, la relación con sus beneficiarios y la relación con los donantes.
“Hemos ido modulando el mensaje a lo largo de los últimos siete años, a medida que hemos ido entendiendo y aprendiendo sobre Xai-Xai, sobre Mozambique, sobre África y sobre la cooperación internacional”, explica Alexia Vieira por correo electrónico desde Madrid, donde pasó unos días de “promoción” antes de regresar al sur de África. “Desde el año 2011, venimos marcando una línea de comunicación muy clara, fruto de todo el aprendizaje anterior y que se basa en entender la cooperación como un intercambio, en generar optimismo y en poner énfasis en la parte más positiva de nuestro trabajo, huyendo de ciertos estereotipos ligados a la caridad, el sufrimiento, la pobreza o la tristeza. Al mismo tiempo, intentamos sensibilizar sobre cómo es la vida en la mayoría de zonas de Mozambique, contraponiéndola a otros estilos de vida que hay en España (o en Occidente) para dejar muy claro cuáles son los problemas reales a los que se enfrenta la comunidad de Praia de Xai-Xai en su día a día”.
Alexia considera que este tipo de campañas son “el triple de difícil” que las habituales. Obligan a exprimir la creatividad al máximo, a la vez que exigen encontrar un equilibrio con la denuncia y la búsqueda de nuevos donantes. "Es verdad que en el terreno nos encontramos con situaciones críticas que tampoco podemos obviar y, en cierto modo, somos el altavoz de los problemas que encontramos en las comunidades donde trabajamos. Además, nos guste más o menos, sabemos que lo más efectivo en términos de captación de fondos para motivar a la mayoría de los donantes internacionales es la emergencia sanitaria, la tragedia, el hambre, la miseria".
Cada campaña de comunicación de la Fundación Khanimambo es un nuevo reto. La penúltima, Déjate Ayudar, cosechó un éxito notable entre los socios y los medios de comunicación. En 2012 fue premiada por la Agencia Española de Fundraising como mejor campaña de captación de fondos para empresas de menor presupuesto. El concepto: de repente, unos niños de Mozambique entran en tu vida diciéndote que pueden ayudarte. La cooperación al revés.
“Ahora acabamos de lanzar otra campaña en la que nos reafirmamos con esta idea. Porque lo que más nos importa es que el mundo esté lleno de tías y tíos buenos que ayuden a los niños de Mozambique y de todo el mundo. Detrás de estas ideas hay una agencia de publicidad, Evil Love, que ha sabido entender y proyectar perfectamente nuestra forma de llevar a la práctica la cooperación”.
Alexia recuerda que Mozambique ha sido país prioritario en la estrategia de la Agencia Española de Cooperación al Desarrollo (Aecid) y confiesa que se interesó por esta parte concreta del planeta por la conexión lusófona y para conocer mejor los resultados de esa ayuda. Quería ver con sus propios ojos el método de las oenegés que trabajaban sobre el terreno. Desde fuera, sin involucrarse con ninguna y accediendo, al mismo tiempo, al mayor número de organizaciones posible. “Mientras hice eso, viví una experiencia preciosa al lado de personas que me abrieron las puertas de su casa y de sus corazones. Conviví con gente a lo largo del país que me permitió entender aún mejor lo que esperaban de nosotros”, concluye.
Alexia es muy joven, pero lleva más de una década a caballo entre España y Mozambique. Al principio, sola. Después, porteando a su propia familia. Lo que comenzó siendo una escuela acabó incluyendo aspectos como la nutrición y el acompañamiento a las familias de los escolares y redundando en el desarrollo de su comunidad. “Empezamos dando lecciones de abecedario y bocadillos en la terraza de mi casa, que pronto se convirtió en todo un centro de día al que acudían hasta 275 niños y sus familias. Construimos barracones en el jardín para poder atender a todo el mundo y, poco a poco, fuimos incorporando más personal”.
En la actualidad, Khanimambo cuenta con unas instalaciones nuevas a estrenar, el Centro Munti, que se ha construido con financiación de la Fundación AGH y se está equipando gracias al esfuerzo de muchas personas y entidades comprometidas.
El Centro Munti dará acogida a 400 niños y sus familias. Incluye escuela, centro nutricional, centro de atención primaria, biblioteca y otros servicios. En 2015, la fundación cuenta con 30 trabajadores locales. Quince alumnos se encuentran cursando formación profesional, dos estudian en la Universidad y uno se ha licenciado en medicina. Doscientas mujeres reciben asistencia sanitaria y apoyo social, se atienden casos de violencia doméstica y se hace seguimiento de todos los enfermos de VIH que se detectan.
Alexia reconoce que no todo han sido alegrías hasta hoy. La realidad de Mozambique, con sus altos índices de pobreza, enfermedades asociadas a dicha pobreza y recursos muy limitados en áreas tan sensibles como la sanidad y la educación también “cala” en el ánimo de los integrantes de este proyecto. “Algunos de los niños y madres que en su día pasaron por el proyecto han fallecido o abandonado y cada baja, por el motivo que sea, se entiende como un fracaso en Khanimambo. Esta es la parte más difícil de gestionar”.
Khanimambo es un compromiso personal de Alexia Viera y un grupo de personas entusiastas que comparten su visión del mundo y su vocación de cambio. Pretenden sustituir la compasión y el estereotipo del blanco salvador por el orgullo, la admiración y la colaboración horizontal. La clave de Khanimambo es la confianza mutua y la intención final es realizar un trabajo honesto y profesional. Alexia dice que conoce a cada niño del proyecto y entiende que recibe mucho más con cada conversación y experiencia que le regalan los demás que con todo lo que pueda ofrecer ella misma en varias vidas. Y se deja ayudar alegremente.
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