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EL ACENTO
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

El tirano se divierte

El presidente de Zimbaue celebra con un festín su 91 cumpleaños

SOLEDAD CALÉS

Robert Mugabe, el líder africano más longevo, cumplió el sábado 91 años y nada hace pensar que esté pensando en abandonar la presidencia de Zimbaue. El dictador llegó al poder en 1980 y ahí sigue, conduciendo su país con mano de hierro, ignorando las sistemáticas condenas por la violación de los derechos humanos y el pisoteo de las libertades.

Se encaramó al Gobierno hace 35 años tras encabezar la guerrilla que combatía el apartheid en la ex colonia británica Rodesia del Sur. Pero su imagen se deterioró pronto, en especial a raíz de la feroz represión que causó la masacre de unas 20.000 personas de la minoría étnica Ndebele.

Conocido por sus paisanos como El Viejo Bob, Mugabe se fue radicalizando y pronto abrazó la violencia, la corrupción y los pucherazos electorales. Mientras, la pobreza asolaba a la mayoría de la población. De marxista-católico, como se definía, ha pasado a dictador- sanguinario-homófobo.

La celebración de su cumpleaños sirve de ejemplo para comprobar hasta qué punto llega la megalomanía del incombustible tirano. Su familia y los seguidores del Movimiento 21 de Febrero —en referencia al día en el que nació Mugabe— le han preparado una fiesta de cumpleaños por todo lo alto para el próximo sábado. Se calcula que al pantagruélico banquete que se celebrará en un campo de golf cercano a las cataratas Victoria asistirán unos 20.000 invitados, incluidos un centenar de niños que nacieron el mismo día que el excéntrico mandatario.

Pese a que el país sufre los estragos de la crisis económica, Mugabe no ha dudado en tirar la casa por la ventana. Para agasajar a los comensales se sacrificarán dos elefantes, dos búfalos, cinco impalas y dos antílopes negros. Una comilona impropia de un país en el que el 75% de la población adulta vive con menos de 200 euros al mes.

Tanto los conservacionistas como la oposición de Zimbaue han lanzado duras críticas ante el desbocado festín. No falta quien atribuye a la mala influencia de su esposa —42 años más joven que él— la afición de Mugabe por el despilfarro. Como si él solito, con el pasado que tiene a sus espaldas, no fuera capaz de semejante estupidez.

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