El matrimonio infantil y la ablación
Esta entrada ha sido escrita porSusanna Oliver, Responsable de Proyectos de la Fundación World Vision. Hoy 6 de Febrero se celebra el Día Mundial de Tolerancia Cero con la Mutilación Genital Femenina/Ablación.
Foto: World Vision.
Cada año tres millones de niñas sufren la extirpación de una parte o de todos sus genitales externos. Se calcula que en el mundo hay ciento veinticinco millones de niñas y mujeres que sufren las consecuencias de la mutilación genital femenina o ablación.
También cada año trece millones y medio de niñas se casan siendo aún menores de edad, contra su voluntad.
Ambas prácticas tienen efectos nefastos sobre la salud física y psicológica de las niñas, tanto a corto como a largo plazo, y contribuyen a un dato que quizá sorprenda a algunas personas: el embarazo y el parto son la principal causa de muerte de niñas de entre 15 y 19 años en los países en vías de desarrollo.
El estudio Vínculos entre Mutilación Genital Femenina/Ablación y Matrimonio Infantil que publica esta semana la ONG World Vision, con motivo del Día Mundial de Tolerancia Cero con la Mutilación Genital Femenina/Ablación, encuentra múltiples causas comunes entre esta práctica y la de los matrimonios infantiles en los países donde ambas se practican.
En primer lugar, la MGF/ablación y el matrimonio infantil se producen en contextos donde las mujeres no se consideran iguales a los hombres y ven sus derechos subyugados a los de aquéllos.
En segundo lugar, ambas prácticas se dan en comunidades dónde éstas están enraizadas y la comunidad no sólo las aprueba sino que las alienta. En lugares donde la ablación o el matrimonio infantil son prácticas de unas pocas familias y la comunidad las rechaza, éstas terminan por desaparecer.
Por otro lado, en comunidades que valoran a mujeres y niñas principalmente por su modestia, humildad, destrezas domésticas y obediencia (en especial para con sus maridos), la MGF/ablación y el matrimonio infantil se perciben como elementos que potencian esas características. Una niña que se ha visto sometida a una práctica destinada a controlar sus pasiones será, se supone, una mejor esposa.
Y finalmente, las que me parecen más importantes:
Ambas prácticas se dan en comunidades donde las mujeres tienen poco acceso a actividades para su propia generación de ingresos, lo que hace depender su sustento de encontrar un buen marido.
Y, la MGF/ablación y el matrimonio infantil se utilizan a menudo como herramientas para controlar la sexualidad femenina y prevenir las relaciones sexuales prematrimoniales.
Quiénes hayan oído hablar de estas prácticas echarán de menos quizá un vínculo con la religión. El informe, como muchos ensayos previos, demuestra que la MGF/ablación y el matrimonio infantil se practican tanto en contextos cristianos como musulmanes o de otros credos (por ejemplo animistas). También señala que, las personas que justifican dichas prácticas con un dogma religioso, se basan realmente en falsas interpretaciones de éste, que se mezclan con tradiciones mucho más antiguas; al fin y al cabo, la ablación se practica desde hace más de 4.000 años, mucho antes del surgimiento de las principales religiones monoteístas.
Más allá del estudio de las causas comunes, el informe ha analizado las distintas formas que se utilizan para luchar contra estas prácticas que vulneran el derecho fundamental de niñas y mujeres a la salud, entre otros. En las comunidades etíopes en que se ha centrado esta parte del análisis se observa que, en algunos casos, el abandono de la práctica de la MGF/ablación en algunas comunidades ha hecho descender la edad a las que las niñas se casan, especialmente para prevenir las relaciones sexuales prematrimoniales, y/o ha hecho que la práctica del sexo fuera del matrimonio esté todavía peor considerada.
El informe también relata que se han dado casos en que una parte de los miembros de la comunidad están en contra de la práctica y los demás se enfrentan a ellos, porque han quedado al margen de las capacitaciones que se han ofrecido sobre sus efectos nocivos y su ilegitimidad y, en consecuencia, no encuentran sentido a cambiar una práctica tradicional.
Por ello, una de las principales conclusiones del informe es que el trabajo para erradicar estas prácticas debe llevarse a cabo de forma holística y adaptándose a cada contexto y a las variaciones que sufren las prácticas (con el tiempo, la intervención de distintos actores, el cambio de la legislación, etc.) para tener éxito.
Esta forma de trabajo nos ha reportado un gran éxito por ejemplo en Kenia, en la zona de Marigat, dónde ya hemos conseguido que más de 3.500 niñas hayan hecho un rito de paso a la edad adulta que no incluye la ablación, y también en Malí, gracias a los donantes que generosamente aportan a nuestros proyectos desde España.
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