"Yo visto al hombre que no busca la tendencia sino lo práctico"
Josep Abril es un diseñador al que le apena el día después de un desfile y que hace hoy un día que presentó su colección en 080
Son las 10 de la mañana y Josep Abril (Barcelona, 1962) nos pide unos segundos para conectar el manos libres antes de comenzar la entrevista. “Así puedo coser unos botones mientras hablo”, explica. Escuchando la calma inaudita con la que responde a nuestras preguntas, resulta difícil creer que al otro lado del teléfono se encuentra un diseñador al que le quedan horas para presentar su nueva colección otoño-invierno en la 080 Barcelona Fashion. Y no se trata de la templanza que concede la veteranía (su firma homónima nació en 1996), sino el ritmo natural de las cosas. “Irónicamente el día del desfile es el más tranquilo de todo el proceso. El verdadero estrés lo sufrimos hace dos semanas, cuando llegaron las prendas de los talleres y nos pusimos a corregir y preparar el fitting con los estilistas. Hoy ya está casi todo cerrado”.
La última vez que presentó ropa de otoño-invierno recibió el premio a la mejor colección de la 080 Barcelona Fashion. ¿Agobiado por tener que revalidar el título?
Lo ideal es que alguien se compre una chaqueta porque le sienta bien y se vea perfecto con ella. Que se la ponga porque le funciona y la necesita, no por que la haya hecho tal o cual persona
Que me dieran ese premio el año pasado era lo último que me esperaba. Nunca pensé que tendría opciones y fue una sorpresa porque después de tanto tiempo en esta pasarela estaba convencido de que nunca me tocaría. No tuve presión entonces y no la tengo ahora, sobre todo porque este año ese premio solo se lo dan a gente que desfile por primera vez. Solo hay cinco nominados.
Para usted, que asegura ser alguien que disfruta más del proceso creativo de cada colección que del resultado final, salir a saludar al terminar el desfile debe ser un momento triste.
La tristeza, más que al saludar, me llega el día después. Me siento como los excursionistas que al llegar a la cima del Everest se preguntan “¿Y ahora qué?”. La sensación de vacío es muy grande para mí y para todo mi entorno, ya que en esto tengo implicada a mi familia y a mis amigos. Todos están metidos y todos somos un pack. En cualquier caso, en lo único que puedo pensar ahora es que a las seis de la tarde todo habrá acabado y por fin tendré unos días para descansar
¿Pero desconecta de verdad o ya tiene en la cabeza qué vendrá después?
Bueno, descansas relativamente porque aunque el desfile haya terminado nos toca retomar todo lo que dejamos aparcado hace 15 días: la producción de verano, las ventas de invierno, los pedidos de los clientes… Somos una microempresa y hacemos todo el proceso vertical nosotros mismos.
Hábleme de Invisibles, la colección que presentó ayer.
Todo empezó a raíz de mi última colaboración con La Fura dels Baus. Me encargaron el vestuario para El holandés errante, una ópera de Wagner en la que había unos fantasmas que eran esos trabajadores invisibles que, por ejemplo, cosen nuestra ropa y que aunque sabes que existen no quieres ver. En esta colección he querido retomar ese tema a través de una pátina del blanco, que es lo que inicia el proceso de la colección a nivel de concepto. Luego, a nivel de patronaje y corte de las piezas sigo con el trabajo de siempre: la confusión de piezas que no sabes si son una chaqueta o una camisa, texturas que no sabes dónde empiezan y dónde acaban, propuestas que no sabes si son frías o calientes… Cuando chocan dos contrarios es cuando se producen la energía, la curiosidad y las cosas interesantes. Pero por resumir, Invisibles es un homenaje a toda esa gente que hace trabajos que no queremos ver.
Como defensor acérrimo del diseño útil, ¿cree que los mejores diseñadores son aquellos que dejan de lado su ego para ser lo más invisibles posible?
Claro, lo ideal es que alguien se compre una chaqueta porque le sienta bien y se vea perfecto con ella. Que se la ponga porque le funciona y la necesita, no por que la haya hecho tal o cual persona. Es una idea un poco japonesa, el concepto que defienden Muji y este tipo de marcas que buscan la invisibilidad del creador para que el producto hable por si mismo.
¿Busca usted esa invisibilidad?
Al crear ropa de hombre lo tengo mucho más fácil. El hombre que yo visto no busca tanto la tendencia como lo práctico, quiere piezas atemporales que le duren y que sean más absolutas. En ese campo el sector masculino es más coherente con esa idea.
Más allá de buena ropa, para sobrevivir en este negocio hay que diversificar. Usted es experto en ello, ya sea colaborando con otras firmas, dando clases o imaginando vestuario de espectáculos teatrales. ¿No tiene miedo de dejarse llevar por esta firmitis y, como algunos compañeros, arrepentirse algún día de prestar su nombre a un producto equivocado? ¿Tiene algún límite?
Yo, si me dejan hacer lo que yo quiero como yo quiero, no tengo límites. Siempre que me sienta orgulloso de algo diré que sí. No tengo miedo a los retos.
¿Incluso colaborar con alguna gran cadena de ropa? No sé cómo casaría eso con su pelea por defender la producción local frente a la que nos llega desde países asiáticos que emplean a esos trabajadores invisibles de los que antes hablábamos…
Insisto en que si pudiera defender esos principios de alguna manera, lo haría. Además, desde el momento en que firmas que son un faro para el resto de nosotros como Comme Des Garçons y Maison Margiela han trabajado para H&M, tenemos carta blanca. Si hay alguna interesada, que me llame (risas).
¿No se planteó nunca ampliar la colección y diseñar para mujer?
Es que hombre es lo que sé hacer. Entiéndeme, he creado vestuario femenino para obras de teatro y espectáculos, hago sastrería a medida para mujer, uniformes femeninos que son una parte importante de la empresa… Pero en cuestión de plantear una colección de moda para ellas no sabría ni por dónde empezar.
¿Somos más fáciles?
Para nada. La ropa de hombre no ha cambiado en casi 200 años y es muy difícil innovar sin hacer una payasada. Es muy complicado ser creativo en un campo tan pequeño haciendo prendas que, además de bonitas, aporten. Innovar no es hacer pantalones con tres piernas.
Nunca habría dicho que le dejaría algo a Kiko Hernández de Sálvame y fue bastante bien. Me lo pidieron, lo hice y me gustó. Es una forma de jugar y de cambiar las cosas
¿Eso es lo que usted definiría como payasada?
Payasada es una cosa que no se pondría ni el mismo diseñador.
¿Quién ha sido el modelo que mejor ha llevado sus propuestas?
Clémént Chabernaud, un modelo francés que está viviendo aquí en Barcelona que además es amigo. Esta respuesta era fácil.
¿Y a quién no le prestaría su ropa aunque se lo pidiera de rodillas?
Pues mira, nunca habría dicho que le dejaría algo a Kiko Hernández de Sálvame y fue bastante bien. Me lo pidieron, lo hice y me gustó. Es una forma de jugar y de cambiar las cosas. Aprendí que está muy bien decir lo de “de esta agua nunca beberé” y luego pegarle un buen trago. Es fantástico desdecirse.
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