De barbas y bodas
La Suprema Corte de Justicia de Estados Unidos acaba de fallar a favor de permitir las barbas de los presos por motivos religiosos. Ha desestimado como ridículos los argumentos de los tribunales inferiores sobre la posibilidad de esconder contrabando en poco más de un centímetro de pelos o que en el caso de fuga, afeitarse podría ayudar a pasar desapercibido. Los nueve jueces, las personas más poderosas en el mundo en lo que atañe a aterrizar los valores esenciales del norteamericanismo, se han debido reír a mandíbula batiente, bien en la soledad de sus despachos, bien en sus cónclaves, ante lo bizarro del caso, lo que les permite tomarse un merecido respiro de la gravedad cotidiana de los asuntos que analizan tal y como el que les aguarda este junio, cuando sentenciarán la constitucionalidad de las bodas homosexuales.— Luis Peraza Parga.
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