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Coordinado por Gonzalo Fanjul y Patricia Páez

En memoria de Ryszard Kapuncinski

Esta entrada ha sido escrita por Ricardo Fernández, miembro de Distrito Pachanga. Ayer se cumplieron ocho años de la muerte de Ryszard Kapuncinski.

Llueve a cantaros, poso unas rosas sobre su tumba y escribo esto…

Es octubre de 2006 e Irene Cara me enseña el libro que acaba de pillar en la bibliometro de Moncloa, la portada rapta mis ojos y el apellido del autor me dice que es él o nada. El libro se llama “ébano” y su creador es Ryszard Kapuncinski.

Polaco reportero de guerra, arranco mis miradas de engreído niñato burgués y nunca más me dejo ser el mismo. Cuando menos héroes buscaba, apareció un alter ego, una referencia que admirar.

Sin él sería hoy menos cooperante, sería menos viajero, y sería aun más ignorante, pensando que se más de lo que no sé.

Su libro “La guerra del futbol” y distrito pachanga brotan de la misma fuente, la de los corazones ansiosos por destapar las cortinas del que mira sin ver.

Fue una bofetada que aún duele, que pueblos somos muchos y humanidad solo una; que la vida es cortita y el mayor riesgo es no arriesgar.

(¿Quién era el Sha?, ¿realmente fue la guerrilla guatemalteca quién asesinó al embajador alemán o fueron los sicarios de la CIA?, ¿es Haile Selassie el promotor de una cultura tan jajajá como el reggae o fue un déspota homofóbico sin ton ni son?).

Mientras todos hablábamos de África sin saberlo, el aventuró “África no existe, son muchas las Áfricas”, y nadie replicó.

Pregunto al chaparrón en esta Varsovia del gueto y el horror, ¿existe El holocausto? No, son muchos los holocaustos. La catástrofe nazi de Weimar dilapido alrededor de 6 millones de vidas humanas. Mucha gente no sabía lo que pasaba. En 2014, cada día mueren 24.000 personas de hambruna, y todos y todas lo sabemos.

Barbaridades, una no se puede volver a repetir. La otra se repite cada día, aunque su dolor no conmueve a Spielberg para poder hacer un film.

En España alrededor de 100 mujeres son asesinadas por sus parejas anualmente, es decir, exceptuando 1979 y 1980, el llamado bienio negro, la violencia machista dejó bajo tierra a más seres humanos que ETA, en los 51 años de existencia armada de la banda terrorista. Ryszard hoy me pregunta ¿y si las asesinadas fuesen futbolistas,o periodistas, o… sólo hombres?

Los holocaustos del día a día, ignorados, que a veces nos permiten estar contentos, sí, pero que nunca deberían dejarnos poner en Facebook “status: feliz”.

Dejo este boli aquí en su plumier, junto al féretro, junto a otros muchos bolis de sus amantes, para que siga quitando censura, que siga recortando la distancia de aquellas maravillosas cosas trágicas y estos felices dramas que tanto despiertan-nos, aquí o en el más allá.

En el alma de cada pisada dada, ya no llueve, pero sigue mojando.

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