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PLANTANDO CARA AL SIDA / 5

“Todos quieren ser indetectables”

La prueba de la carga viral es un avance para el seguimiento de los pacientes con VIH, fundamental para el control de su salud, así como de la propia epidemia. Así funciona en Zimbabue

Nozipho Mukabeta, miembro del grupo de apoyo a adolescentes con VIH.
Nozipho Mukabeta, miembro del grupo de apoyo a adolescentes con VIH.Juan Carlos Tomasi

“Recolectamos muestras de sangre de entre 3 y 5 mililitros a los pacientes de los diferentes centros de salud. En el todoterreno de MSF los llevamos al laboratorio, donde el personal especializado prepara las muestras para su posterior envío a Sudáfrica, donde serán analizadas. El seguimiento de los pacientes con VIH es fundamental para el control de su salud, así como de la propia epidemia. Es importante saber si el medicamento está funcionando o no y qué eficacia tiene sobre el paciente y el virus”, explica Susana Villen, una médica zaragozana que recientemente ha vuelto a España después de pasar más de dos años en Zimbabue, donde ha sido la coordinadora médica del proyecto de VIH que MSF tiene en Tsholotsho.

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Esta técnica de análisis, conocida como prueba de carga viral, supone un gran avance para la mejora de la calidad de vida de los pacientes seropositivos, ya que proporcionan resultados más precisos. La prueba mide la cantidad de virus por mililitro de la sangre del paciente. “Si el enfermo presenta un número muy alto de virus, esto nos indica que el tratamiento no está funcionando o que el paciente no lo está tomando correctamente”, explica la doctora Villen. “Al medir la cantidad del virus en sangre podemos identificar el estado real de la persona. En ocasiones, vemos pacientes asintomáticos, cuyo estado clínico es bueno, con resultados correctos en la tradicional prueba CD4 (que mide la cantidad de defensas generadas por el cuerpo) y, sin embargo, una carga viral muy elevada. Esto en cambio nos especifica que algo no va bien, que el tratamiento no está haciendo efecto y que el virus sigue multiplicándose en la sangre del paciente, con el consiguiente riesgo para la salud de la persona”, puntualiza Susana Villen.

Enfermera del ministerio de salud tomando prueba de sangre para un test de carga viral.
Enfermera del ministerio de salud tomando prueba de sangre para un test de carga viral.Fernando Fidelis.

“En Tsholotsho conseguimos, a pesar del elevado coste de las pruebas, hacer los test de carga viral a casi todos nuestros pacientes. Queríamos estar seguros de que les estábamos dando el mejor tratamiento. Después de hacer las pruebas a muchos pacientes, a algunos les recetamos nuevos fármacos para lograr un tratamiento más efectivo. Fue todo un avance para los pacientes de la zona, sobre todo para la población adolescente, ya que nos encontrábamos con muchos problemas a la hora de que los pacientes pertenecientes a este grupo de edad tomaran adecuadamente el tratamiento. Cuando un adolescente no presenta ningún problema de salud, no está afectado por ninguna enfermedad oportunista y sin embargo su carga viral es muy alta, podemos ver que hay un problema en la forma en la que está tomando los fármacos”, puntualiza Villen.

El seguimiento de la carga viral se ha utilizado durante años en los países occidentales y está recomendado por la Organización Mundial de la Salud como el modelo de referencia para la atención a pacientes con VIH. A diferencia de la habitual prueba que recuenta los linfocitos (células que activan el sistema inmunitario de la persona frente a la presencia de infecciones o cánceres) conocida como test del CD4, utilizada en la mayoría de los países sin recursos y que solo logra indicar, de forma indirecta, la progresión de la enfermedad al identificar la cantidad de defensas generadas por el sistema inmunitario, esta nueva tecnología calcula con precisión la cantidad de virus que hay en el organismo del paciente. Gracias a estas pruebas, se logra un seguimiento más adecuado de los pacientes, anticipando los casos de resistencia y adaptando las combinaciones terapéuticas. Gracias a todo esto, puedes llegar a transformar el VIH en una enfermedad crónica, que al igual que otras dolencias como la diabetes o la tensión arterial alta, permite a las personas seropositivas vivir una vida saludable durante mucho tiempo.

El sueño de ser “indetectables”

Una vez que el personal del laboratorio realiza las pruebas, los resultados son enviados por correo electrónico al ordenador del responsable del laboratorio del hospital. Cuando en la pantalla aparecen unos recuadros blancos que indican “ND”: Target no detectable (no se detecta el objetivo), esto se convierte en la mejor noticia que puede recibir un paciente seropositivo. Significa que su tratamiento funciona bien y que mantiene una carga viral indetectable. No solo no adquirirá enfermedades oportunistas, como la tuberculosis, meningitis o infecciones, sino que además se reduce en un 96% el riesgo de trasmitir la enfermedad a otras personas.

“Todos quieren ser indetectables”, comenta la doctora Villen. “Es un orgullo para muchos pacientes serlo, porque eso quiere decir que además de que ellos tienen una buena salud, también lo está la de toda la comunidad, ya que hay un menor riesgo de trasmisión de la enfermedad. Las mujeres pueden planificar sus embarazos y reducir aún más las probabilidades de que sus bebés nazcan con el virus.” puntualiza la doctora.

Un gran reto: Carga Viral para todos

Los profesionales de la lucha contra el VIH coinciden en destacar la importancia del seguimiento de los pacientes para combatir la epidemia. “En Zimbabue contamos con muy pocas máquinas”, explica la doctora Villen. “Sería un gran avance poder contar con una máquina en cada centro de salud. Sabemos que esto por ahora es una utopía y que debemos seguir destinando esfuerzos y recursos por conseguirlo”, insiste la sanitaria de MSF. El principal obstáculo sigue siendo, naturalmente, el económico. Las pruebas son caras, las maquinarias costosas y requieren de personal muy cualificado. “Estos aparatos son además muy voluminosos y de difícil trasporte”, puntualiza la médico de MSF.

En 2014 Médicos Sin Fronteras realizó la prueba de carga viral a casi 30.000 pacientes Zimbabue. Sin embargo aún queda mucho por hacer. El país africano es uno de los más afectados por la epidemia del VIH en el mundo. Hay más de un millón de adultos con la enfermedad y alrededor de 200.000 niños infectados. Se estima que en el país africano hay más de un 1.2 millones de niños huérfanos a causa del sida. Sin embargo, son muchos los avances que se han alcanzado desde que en 2.000 MSF iniciara sus primeros pasos en la lucha contra el sida en el país.

Susana Oñoro es responsable de prensa de MSF para Zimbabue.

* Plantando cara al virus es una serie de cinco historias a través de la cual MSF y Planeta futuro pretenden explicar cómo los programas de VIH han cambiado la vida diaria de miles personas VIH-positivas en Zimbabue. MSF lleva años trabajando en programas integrales de VIH y TB, con un enfoque comunitario. El trabajo se basa en pilares como la simplificación del tratamiento, una nueva redistribución de la atención al VIH entre personal sanitario y no sanitario, la integración de la atención en los servicios rutinarios de salud y la descentralización a zonas rurales. En Tsholotsho, MSF implementa desde hace nueve años un proyecto de VIH y TB. Dados los buenos resultados, la organización dejará el distrito en los próximos meses, aunque seguirá tratando a pacientes de VIH y TB en otras localidades del país.

**La tecnología médica de última generación para el VIH ofrece grandes avances en la atención a los pacientes seropositivos, así como en la contención de la epidemia en muchos países de África. La última generación de los test de análisis de sangre, conocidos como la prueba de carga viral, permite realizar un mejor seguimiento de los pacientes y ofrecerles la esperanza de una vida saludable durante mucho más tiempo. Durante el 2012 y 2013, Médicos Sin Fronteras (MSF) realizó la prueba a más de mil pacientes en el distrito de Tsholotsho, en Zimbabue. Durante el 2014, Médicos Sin Fronteras (MSF) realizó la prueba a casi 30.000 pacientes en Zimbabue.

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