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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Merkel habla claro

Pegida promueve una Europa que renuncia a los derechos civiles alcanzados durante décadas

Hay que alabar la respuesta de Angela Merkel a la extensión en Alemania del movimiento islamófobo representado por los autodenominados Patriotas Europeos contra la Islamización de Occidente (Pegida). Europa vive un momento agitado: a la desafección por la política tradicional se unen los efectos de la crisis económica —especialmente entre las clases con menor poder adquisitivo y los inmigrantes—, el aumento del antisemitismo y la amenaza del terrorismo yihadista.

La canciller no se ha andado con rodeos a la hora de calificar el movimiento que cada lunes —hoy, suspendido por “motivos de seguridad”— en Dresde, y otras ciudades alemanas, culpa a la comunidad islámica de todos sus males: “Puro odio” es la definición que ha dado de Pegida, demostrando que no hay medias tintas a la hora de defender la democracia europea. Su ministro de Justicia, Heiko Mass, también ha sido rotundo a la hora de describir a los islamófobos que tratan de apropiarse de la bandera nacional: “Son una vergüenza para Alemania”.

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Pegida no es una anécdota; no valen paños calientes. Y así lo ha entendido Merkel, que no ha dudado en unirse a la marcha por la tolerancia convocada por la comunidad islámica alemana.

Alemania es hoy una de las democracias más avanzadas del mundo, motor y ejemplo de integración de todos los países de Europa, con millones de ciudadanos de diversas razas y religiones; y uno de los lugares en los que los perseguidos de todo el mundo buscan refugio. Un país que vive en paz con sus vecinos y promueve esa paz más allá de sus fronteras.

Ninguna crisis económica, ninguna dificultad política o institucional puede justificar un salto atrás de la magnitud que proponen los seguidores de Pegida. Ni en Alemania ni en el resto de Europa. El hecho de que haya manifestaciones islamófobas en países vecinos como la República Checa y que en muchos lugares se hayan multiplicado las agresiones a mezquitas y negocios árabes —desde las pintadas a los disparos— debe poner en alerta a los Gobiernos y a la sociedad.

Tras una terrible guerra, el desplome de los sistemas totalitarios y décadas de esfuerzos, los derechos civiles imperan en Europa. El combate legítimo contra el yihadismo no puede ser empleado como pantalla de proyectos o iniciativas que están directamente en contra de los valores europeos.

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