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Columna
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Ardor de guerra

Se nos han llenado los periódicos de pollos que toman las trincheras en el café

Manuel Rivas

Todos somos Charlie Hebdo y, además, no somos estúpidos. Aprovechando el duelo, hay algunos que quieren meternos de contrabando una nueva Cruzada con estandarte laico. Ante esta operación de desinteligencia, conviene refrescar la memoria. La memoria histórica no es una industria, es una necesidad. Aquí la industria más boyante ha sido, y es, la de la desmemoria. Si hay una defensa eficaz frente al terrorismo y los crímenes contra la humanidad, esa es la justicia universal. En España se la ha amputado con motosierra y estamos ante el peligro de una deforestación de derechos. La última prueba es la decisión de dar carpetazo a la investigación por la muerte de miles de españoles en Mauthausen. En nuestro país deberíamos estar muy alertas ante este tipo de contrabando donde lo sectario se pega a lo legal como el dinero falso al verdadero. Hay una propensión en los profetas Mano Dura a llevarlo todo a la dialéctica de amigos y enemigos, con la producción predilecta de enemigos “interiores”. Hace tan sólo unas décadas, algunos recordarán, España fue escenario de una Cruzada. En la Cruzada moderna, no hace nada, el enemigo de Dios era la República. El demonio no era el señor Marx, sino la Institución Libre de la Enseñanza. Está en los discursos y los preámbulos de las leyes de la dictadura. En medio del “ardor de guerra” que se atiza hoy en Europa, olvidando el fracaso belicista de Bush, habría que escuchar más a los que llevan años trabajando en la justicia universal y por los derechos humanos en el islam. El verdadero militar no jalea la guerra. Sabe que no es lo mismo tomar trincheras en el café que tomar café en las trincheras. Pero se nos han llenado los periódicos de pollos que toman las trincheras en el café.

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