Grecia necesita estabilidad

Si hace falta un símbolo del contraste entre las dos Europas, la del norte y la del sur, no hay más que buscar en la actualidad de los últimos días. Al norte, en Suecia, los partidos políticos tradicionales de derecha y de izquierda han concluido una alianza frente al partido de extrema derecha, prefiriendo la estabilidad a las elecciones anticipadas. Al sur, en Grecia, los diputados han precipitado al país en un nuevo periodo de incertidumbre, al fracasar en la elección del presidente [de la República].

(...) Por descontado, sería simplista oponer la virtuosa Europa del norte a la incorregible Europa del sur. La Unión es rica en su diversidad y en su fe en el juego democrático. Pero como la suerte de la una —y de sus contribuyentes— está ligada a la otra, es legítimo interrogarse sobre las intenciones de Alexis Tsipras, el jefe de Syriza. Es legítimo reconocer que son bastante misteriosas. Fuera del encantamiento del “fin de la austeridad” (...) ¿cuál es, exactamente, el programa económico de Syriza? (...) Pragmático, Tsipras ha reafirmado recientemente a los responsables europeos su voluntad de mantener a Grecia en la Unión y en la zona euro.

(...) Una cuestión fundamental continúa planteada: cómo acomodar la frustración comprensible de los electores griegos —y mañana, de españoles o portugueses—, agotados por los sacrificios que se les han impuesto desde hace cuatro años, con la indispensable continuidad de las reformas comprometidas para sanear de forma duradera la situación económica de sus países. (...) De la estabilidad de Grecia depende también la de la Unión Europea, del norte al sur.

París, 31 de diciembre