Cuatro sorpresas del año pasado
El resurgimiento del imperialismo ruso, el avance del Estado Islámico, la reanudación de las relaciones entre EE UU y Cuba y la bajada del precio del petróleo marcaron 2014
Será difícil que el nuevo año nos depare más sorpresas que el que acaba de clausurarse. Pero todo puede ser. El futuro no está escrito y lo vamos escribiendo en el presente sin saber la dirección en que lo hacemos, que con frecuencia es la contraria de la que creíamos haber tomado.
En 2014 han sucedido al menos cuatro cosas que no se habían olido los augures más sofisticados y que, en algunos casos, ni siquiera habían calibrado bien los servicios de inteligencia. La primera y más visible: Rusia ha sido más Rusia que nunca, con la resurrección del viejo espíritu imperial de los tiempos en que ensanchaba su territorio a velocidad de una Bélgica por año; este 2014 ha sido nada menos que una Crimea, territorio de la mitología nacional rusa sustraído ilegalmente a Ucrania en un golpe de mano en violación del principio de intangibilidad de las fronteras.
En segundo lugar, ha surgido como de la nada el primer grupo terrorista que pretende administrar bajo la sharía o ley islámica un territorio que supera las viejas fronteras coloniales, y más en concreto la línea divisoria acordada en 1915 por dos diplomáticos, el británico Sykes y el francés Picot, para repartirse entre las dos potencias del momento los actuales territorios de Siria e Irak. Bajo el nombre de Estado Islámico, este grupo pretende crear un califato islámico que reclute combatientes en todo el mundo, convocados mediante una propaganda viral a través de las redes sociales en la que difunde las escenas de decapitación de sus rehenes y prisioneros.
La caída de precios del crudo ha impulsado a Raúl Castro a buscar una alternativa a la ayuda de Venezuela
En tercer lugar, Estados Unidos ha decidido terminar con los 52 años de tensión diplomática y embargo económico sobre Cuba, mediante un intercambio de presos y un plan de apertura de embajadas y de negociaciones entre ambos países. Por primera vez en la historia del continente, un presidente de Estados Unidos ha declarado, en lengua española además, la unidad del continente en el gentilicio compartido: “Todos somos americanos”.
Todo está conectado en el mundo global, hasta el punto de que la cuarta cosa que ha sucedido explica, al menos en parte, las otras tres. Han caído los precios del petróleo, fruto de tres factores: un incremento de la oferta ocasionado por los nuevos sistemas de extracción y sobre todo la inminente independencia energética de EE UU; la caída de la demanda generada por el estancamiento económico mundial; y la actitud de los países del golfo Pérsico, interesados en frenar a Irán y Rusia, con economías muy dependientes de los precios del crudo, y en cortar la financiación del Estado Islámico, muy dependiente también del contrabando de petróleo. De paso, la caída de precios también ha estimulado a Raúl Castro a buscar una alternativa a la ayuda de Venezuela, damnificada como muchos otros países por un petróleo de precio tan devaluado.
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