El arquitecto como guía
Alejandro Aravena durante su reciente Ted Talk en Brasil
“La respuesta podría venir de las favelas. Puede que no sean el problema sino la solución”. El arquitecto chileno Alejandro Aravena habla de construir con la rapidez que exige el ritmo de crecimiento del mundo. Habla de solucionar la ecuación entre escala, velocidad y escasez para dar respuesta a los mil millones de personas que viven bajo el umbral de la pobreza.
“Con el diseño correcto la sostenibilidad no es más que rigor y sentido común”, apunta también a propósito de la preparación para futuros tsunamis que le encargaron a su estudio, Elemental, tras el terremoto y el tsunami que sacudieron la ciudad de Constitución, en el sur de Chile, hace algo más de cuatro años. Su propuesta fue recuperar la costa, destruir la construcción cuando hiciera falta y esponjar el terreno con un bosque-parque perimetral capaz de absorber el agua cuando esta llegue de nuevo. Entre tanto: la costa convertida en espacio público.
Entregándoles a los ciudadanos “la mitad de una buena casa” en lugar de una pequeña vivienda. -¿Qué mitad? “La que no pueden hacer solos”- o desechando las fachadas acristaladas para recuperar iluminación y ventilación desde un patio interior, Aravena hace algo más que utilizar la lógica y cargar de sentido su trabajo. Lo que este proyectista defiende es, en realidad, la figura del arquitecto como guía. Ese es el gran reto de la disciplina para el siglo XXI: mejorar no solo la cara de las ciudades sino también la vida de sus habitantes.