Kuma y lo pequeño

 Tienda Camper Together diseñada por Kuma en el centro de Milán

Hace unos años que el arquitecto japonés Kengo Kuma (Yokohama, 1954) decidió apostar por lo pequeño. Aunque en 1964, cuando sólo tenía 10 años, fueron los grandes edificios de hormigón que Kenzo Tange levantó para las olimpiadas de Tokio los que lo acercaron a la arquitectura, Kuma se volvió hacia lo pequeño cuando comprendió que el criterio entre lo que estaba mejor y peor se lo daban las sensaciones que había acumulado siendo niño. Ese fue el primer paso. El tsunami que sacudió Fukushima hizo el resto. Kuma defiende que muy pocos proyectistas japoneses no han cambiado tras lo que ocurrió en su país. Asegura que lo vivieron como un aviso: "construir afecta a la humanidad, tiene consecuencias que hay que medir". En eso anda. Y su nueva apuesta para medirse con el mundo es la de trabajar desde lo pequeño.

Así, el autor del futuro Museo Victoria&Albert en Dundee (Escocia) habla de sus últimos edificios como de anti-objetos. Está convencido de que son lo contrario de las arquitecturas de impacto -aunque muchos de estos pequeños trabajos hechos con pequeñas piezas sean indiscutiblemente impactantes-. Denuncia que el siglo XX fomentó la búsqueda de los grandes tamaños y las grandes alturas. Por eso en el siglo XXI, a él le interesa lo pequeño. "Las celosías, los fragmentos, las cosas reveladas a medias, los distintos puntos de vista ofrecen más verdad que las imágenes que engañan porque se presentan como completas", explicaba a este blog recientemente en Barcelona. "De niño jugaba con ramas y cañas. Entonces no parecían nada extraordinario, pero la vida, los cambios, y el mundo virtual que nos envuelve han dado la vuelta a nuestro mundo. Hoy lo que antes era ordinario parece extraordinario", explica. Esa es la razón por la que ahora valora antiguas sensaciones que afectan su visión del mundo y su manera de proyectar. En esa línea, considera que la arquitectura debería recuperar los oficios porque con artesanos los edificios ganan. Y los arquitectos también. "La historia japonesa está hecha más de repetir edificios débiles que de recordar grandes monumentos".

Sus nuevos proyectos, pequeños, comerciales, exquisitos, hablan de esa suma de partes desde las calles de Milán, París o Fukuoka. Sin embargo, puede que lo pequeño no admita todo tipo de materiales, ubicaciones y aplicaciones. Puede que fragmentaciones, celosías y esa misma suma de partes no siempre funcione. El paso de estos trabajos de diseño interior a los que dejan una huella urbana como el FRAC recientemente levantado en Marsella o el edificio Green Cast que erigió en Kanagawa hace un lustro revelan el peligro de recurrir a una panacea (en este caso la fragmentación) como método o recurso estilístico. 

 

Cafetería Starbucks en Fukuoka

Tienda de té Jugetsudo en París

Tienea Sunny Hill de pasteles de piña en Omotesando (Tokio)

Edificio Gren Cast en Kanagawa (Japón)

FRAC de Marsella levantado en 2013