Un Putin vulnerable
La caída del petróleo y las sanciones económicas comienzan a golpear a Rusia
]A Vladímir Putin se le acumulan las dificultades políticas exteriores. Pero cualquiera de ellas puede resultar más manejable que una economía rusa profundamente maltrecha, en caída acelerada a consecuencia del desplome del precio del petróleo y del rublo, que ha perdido en un año el 40% de su valor y presagia un invierno de descontento en las calles de su país.
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Putin se ha apoyado en dos palancas fundamentales durante 15 años de poder absoluto: una es su exaltación del fervor nacionalista, impulsando la confrontación regional para ampliar la influencia de Moscú y reforzar su popularidad personal. La otra, los elevados precios energéticos, primera fuente de ingresos de Rusia y herramienta decisiva de una estrategia exterior dirigida personalmente por el presidente ruso.
Este contexto hace especialmente significativo el anuncio de Putin en Turquía (beneficiaria indirecta) de la cancelación del gigantesco proyecto destinado a llevar el gas ruso hasta Bulgaria por debajo del mar Negro y desde allí al corazón de Europa, sorteando Ucrania. Un revés estratégico para el Kremlin que no es fruto de la intransigencia europea, como Putin lo ha presentado, sino consecuencia de los desmanes del líder ruso. El grandioso gasoducto de 50.000 millones de dólares, concebido hace una década, es en realidad víctima del enfrentamiento entre Occidente y Moscú a propósito de la política de hechos consumados de Putin en Ucrania. No solo la UE se ha opuesto a un proyecto que cimentaría el control por Rusia del abastecimiento de gas a Europa; la dificultad de financiarlo en medio del desplome del petróleo que pone contra las cuerdas las finanzas del Kremlin y de las sanciones económicas de la UE y EE UU han forzado a Moscú a abandonar un plan clave para sus ambiciones energéticas.
La bonanza petrolífera ha permitido a Rusia en los últimos años disparar su gasto público y engrasar el bienestar social. La situación ha cambiado drásticamente. Más de dos tercios de las exportaciones rusas son petróleo y gas, y la caída del rublo alimenta la huída de capitales y complica el servicio de la deuda. La economía rusa no se desplomará súbitamente, pero su rápido deterioro señala el final de la supuesta invulnerabilidad de Vladímir Putin. Y la ausencia de prosperidad en el horizonte inmediato hace más fácil para el autócrata ruso sucumbir a la tentación del aventurerismo exterior.
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