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el pulso
Columna
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Desde Rusia con jamón

En el 'outlet' catalán de lujo de La Roca no se percibe la decadencia de turistas rusos

En la joyería Cartier hay una lámpara en forma de lluvia, diez vitrinas con relojes de lujo, cálidas mesas de consultorio sentimental y una dependienta rusa. Se llama Irina. Forma parte de la legión del paseo de Gracia de Barcelona. Las Innia, Akilina, Katya, Natalya, Anna, Kira, Anastasia o Sofya que atendieron a la selección adinerada de los 1.350.000 turistas exsoviéticos que en 2013 convirtieron la costa catalana en una extensión del mar Negro.

2014 ha sido al parecer menos benévolo. La crisis ha ido siendo contada en directo por los medios de comunicación. En marzo, Expansión titulaba: “Barcelona, el destino de moda entre los rusos”. Sus visitantes subían a un 22%. Los disturbios en Ucrania y la crisis de Crimea no se habían enquistado todavía, pero no tardaron en hacerlo. En mayo, La Vanguardia publicó: “El turismo ruso se devalúa” (en realidad se había devaluado el rublo, un 30%). En septiembre, El País Catalunya remataba que la caída llegó al 20%.

Voy a La Roca Village (el pueblo La Roca), un chic outlet (chic es una palabra normalizada por la RAE, pero outlet hay que traducirlo como mercado, desagüe o válvula de escape), para comprobar hasta dónde llega el radio de la marca Barcelona y si en sus límites se percibe la decadencia de turistas rusos. Para ello me hago con un billete del Shopping Express luxury coach service (autocares de lujo para ir de compras), que en realidad es un autobús corriente, con conductores sin traje que ofrecen agua y refrescos. 40 kilómetros más tarde desembarcamos en un parque temático de consumo lujoso, con tiendas, restaurantes de platos grandes y filetes pequeños, una heladería donde se moldean las bolas de chocolate hasta convertirlas en rosas negras, un local de delicatessen y un Pans & Company que no es como el resto de locales de la cadena de fast food mediterráneo, sino un Pans Boutique. La Roca Village ya es el lugar turístico con más afluencia de Cataluña, por encima del Camp Nou o la Sagrada Familia.

La Roca Village ya es el lugar turístico con más afluencia de Cataluña, por encima del Camp Nou o la Sagrada Familia

En Calvin Klein, La Perfumería, Pepe Jeans o Levi’s voy conociendo a los dependientes que hablan ruso. Borís me dice que él no ha percibido un descenso importante de compatriotas y me revela que cada una de las 125 tiendas es como una pequeña Enterprise, con tripulación pluriétnica. Me presenta a su compañera Jie, que habla tan bien el chino como el catalán, y a Aamaal, especialista en clientes de Catar y de Emiratos Árabes. No me extraña descubrir, junto a los lavabos, un centro de oración multiconfesional y galáctico con fuentes para lavarse los pies.

En el aeropuerto de El Prat tampoco advierten ese 20%. Le pregunto a Silvia, que a menudo factura en el mostrador de Aeroflot, cómo son los turistas rusos. “Lo que más me llama la atención es que no tienen problema en pagar algunos cientos de euros por el exceso de equipaje: son capaces de llevarse en la maleta un par de jamones pata negra”.

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