Sobre la consulta catalana
Soy una estudiante de 17 años realmente indignada. Desde hace tiempo, la prensa de este país ha mantenido como tema de actualidad la independencia de Cataluña. Cuantiosas esteladas han ocupado las calles catalanas en varias ocasiones y se ha reivindicado el derecho a decidir sobre cualquier otro asunto. En mi opinión, especular sobre este tema ha servido como cortina de humo para esconder los verdaderos problemas que afectan a nuestra sociedad. La corrupción, los recortes en sanidad y educación y los desahucios han sido eclipsados por una repentina ola de independentismo con el 9-N en su cresta. Considero que las prioridades a la hora de reivindicar deberían ser replanteadas, al igual que muchos de los motivos por los que se sigue esta corriente tan extendida. ¿Es esta teórica fisura tan importante como el resto de las problemáticas que afectan a nuestro país? Sinceramente, creo que no.— Belén Valverde Alirangues. Barcelona.
Una de las razones en las que se apoya el Gobierno para no permitir la consulta popular catalana sobre su posible independencia es que en un referéndum para decidir sobre esta cuestión deben participar todos los españoles, y no solamente los ciudadanos de Cataluña. Así lo establece la Constitución.
No obstante, y llegado el 9-N, no se ha “notado casi nada” que los más o menos 40 millones de españoles no catalanes hayan realizado acciones o manifestaciones en las distintas provincias en demostración y defensa de su derecho, de que ellos también deberían ser consultados para saber su opinión sobre si Cataluña se puede separar de España.
En mi opinión esto demuestra una apatía o falta de interés en el asunto. Parece que no va con el resto de los españoles no catalanes; tal vez se podría aseverar, incluso, que les da un poco igual si se quedan o si se separan. Por tanto, la primera conclusión a la que aparentemente se llega es que a quienes les interesa de verdad el tema es exclusivamente a los catalanes, que son los que se manifiestan en la calle y a través de las encuestas que se han efectuado. Y una conclusión final: no impidamos lo que parece natural, que voten ellos y que manifiesten su voluntad. No les amordacemos, pues son los que verdaderamente están interesados en el asunto.— José Luis Martín García. Madrid.
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