Comunicación sexista: último round
Quien más quien menos, todos y todas formamos parte de alguna asociación (de vecinos, traductores, excursionistas, runners urbanos…). El asociacionismo tiene antigua raigambre entre nosotros y contribuye en mucho a la cohesión del tejido social, propiciando una mejor defensa de los intereses más variados. Muchos son también los colectivos de mujeres profesionales que, desde el activismo feminista, aúnan fuerzas en torno a causas comunes. Mientras el feminismo institucional data aquí de los 80, a los años 90 corresponde el surgimiento de esos primeros grupos, de los cuales muchos han perdurado, por lo que ya han entrado en la edad adulta. Así, en Cataluña las Dones Juristes acaban de celebrar su 25 aniversario con unas sesiones en las que, entre otras cosas, han analizado los avances, los retrocesos (¡maldito Gallardón!) y los retos de futuro, aún ingentes.
También las mujeres periodistas hace tiempo que suman energías. Lo hacen, entre otras, desde la Asociación Española de Mujeres Profesionales de los Medios de Comunicación (AMECO), desde las Mujeres Periodistas del Mediterráneo (MPM) y, asimismo, desde la que fuera la primera asociación de mujeres periodistas de todo el Estado español, la Associació de Dones Periodistes de Catalunya (ADPC). Todo ello en un contexto en el que, a pesar de la creciente globalización, las mujeres siguen estando infrarrepresentadas en los contenidos de los medios de comunicación, siendo también muy escasas como generadoras de noticias y en los puestos de decisión. Sin contar con el gran talón de Aquiles: la imagen de la mujer que ofrecen algunos medios, renuentes a tratarlas como sujetos de derechos y no como meras víctimas u objetos de deseo.
La ADPC convoca cada año los Premios de Comunicación no Sexista, que en su 22ª edición se entregaron ayer en la sede barcelonesa de CaixaForum. Unos premios que existen para recordarnos que la abolición del sexismo en la comunicación periodística sigue siendo un reto. Sexismo y comunicación no son hoy, como sería deseable, términos antagónicos en este contexto nuevo y cambiante en el que la discriminación de género recorre de modo transversal nuestra sociedad, en múltiples manifestaciones que van del sexismo estructural a los micromachismos, por lo que asoma la cabeza no siempre discretamente en las sedes de la comunicación.
Desde el sexismo en el lenguaje (de tan grotesca cosecha), hasta contenidos altamente degradantes no ya para las mujeres sino para cualquiera que crea en la dignidad de las personas sea cual sea su condición. La persistencia de los estereotipos sexuales exige que estemos vigilantes, pues dichos estereotipos, sumados a la presencia nada equitativa de las mujeres, no hacen más que perpetuar un modelo caduco e injusto. En esta línea de combate, la ADPC entrega cada año ocho premios a las Buenas Prácticas en la Comunicación no Sexista, un Premio a las Malas Prácticas y un premio a la Trayectoria, que este año ha recaído en la periodista Elvira Altés (profesora de periodismo de la UAB y investigadora en comunicación y género, en su día directora del primer programa de radio feminista). Algunos de los premiados de este 2014 han sido la joven revista digital Pikara Magazine, la periodista e investigadora Pilar López Díez, la columnista de La Vanguardia Cristina Sánchez Miret y el periodista y escritor Isaías Lafuente, de la Cadena Ser, por su compromiso con la igualdad de género.
La periodista y activista mexicanaLydia Cacho, que sabe mucho de compromiso periodístico, fue la prologuista de Hacia la construcción de un periodismo no sexista, publicado por la agencia de noticias CIMAC, con el apoyo de la UNESCO. En dicho prólogo, Cacho escribe que para hacer buen periodismo es preciso cuestionarse “cómo hemos construido nuestra idea del mundo y qué tamiz utilizamos para describirlo ante nuestro auditorio”, por lo que para formarse como periodista no basta con leer a Platón o a Spinoza, sino “cuestionarles y preguntarse ¿cómo nació la idea de que el genérico masculino es la regla?”. También añade que hace dos décadas pocos se atrevían a cuestionar la norma cultural eminentemente androcéntrica y heterosexual, mientras que por suerte ahora son muchos los que han entendido que no es posible hablar “en masculino”. Este valioso libro incluye capítulos como 'La noticia no tiene sexo, sino género' o 'Poner la A no basta'.
Sabemos que una de las virtudes de la globalización ha sido el surgimiento de un discurso mundial de derechos humanos, que convierte en generales preocupaciones particulares como el medio ambiente o los derechos de las mujeres. Esa suerte de conciencia colectiva tiene un principal transmisor, la comunicación en sus múltiples canales. Y para colmo, hoy en día la voz de la comunicación, lejos de ser unívoca, es el resultado de un complejo entramado de altavoces de dispar procedencia, incidencia e influencia (de las grandes corporaciones mediáticas a los pequeños blogs, de las cámaras de las grandes cadenas de televisión a los móviles anónimos, cuyas fotos o videos son capaces de convertirse en trending topic). Así las cosas queda claro que si queremos un mundo más habitable, se impone una comunicación libre de sexismo, un marco nuevo en el que información y conocimiento puedan viajar sin lastres.
Mª Ángeles Cabré es escritora, crítica literaria y directora del Observatorio Cultural de Género. Su último libro es el ensayo Leer y escribir en femenino (2013).
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