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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Hay otro camino

Un pacto entre las corrientes centrales de Cataluña puede evitar el rupturismo de ERC

A Esquerra Republicana de Catalunya (ERC) no le gustan los planes del presidente de la Generalitat, hasta ahora su principal aliado político. Ni cree en la nueva modalidad de consulta anunciada por Artur Mas, ni de momento ha aceptado la propuesta de Convergència para que el president encabece una lista patriótica de partidos y movimientos soberanistas en unas elecciones plebiscitarias. Está en juego el liderazgo de todo ese magma y ERC se considera en mejores condiciones para obtenerlo y acelerar el camino a la independencia, en vez de continuar en posición subordinada al president.

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La consecuencia inmediata del desencuentro es la congelación de otras decisiones, incluidos los Presupuestos para el año próximo. Cataluña lleva demasiado tiempo suspendida al independentismo como monotema. Otros asuntos de gobernación ordinaria requieren atención, pero están condicionados a la visión de Oriol Junqueras, a quien una independencia trufada de bienes, sin mezcla de mal alguno, emociona tanto como para que la voz se le quiebre al mencionarlo en público. Es su modo de apelar a los sentimientos para encubrir el grave riesgo que supone rebelarse contra la legalidad e introducir más inestabilidad en Europa.

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Cuesta creer que el nacionalismo moderado se deje arrastrar por tanta teatralidad y abrace el independentismo como si fuera un juego. Pero no es obligado unirse a ese carro, puesto que existen caminos alternativos.

Un pacto político entre CiU y PSC se enfrentaría no solo a la oposición de Oriol Junqueras y los suyos, sino a la probable movilización en su contra de los movimientos sociales proindependentistas. Sin embargo, el pacto entre las corrientes centrales de la política catalana podría responder mejor a esa mayoría relativa de ciudadanos, identificada por varias encuestas, que no son partidarios del statu quo ni de la independencia, sino de la tercera vía, la de un refuerzo de competencias. Pero esa es precisamente la pregunta excluida de las que se pretende realizar el 9-N, tanto en el referéndum suspendido por el Constitucional como del sucedáneo actual.

Estos días se ha conocido la existencia de contactos del líder del PSC, Miquel Iceta, con Josep Antoni Duran Lleida, de Unió, y el propio Mas. Nadie hará movimientos definitivos hasta que se vea lo que ocurre el 9-N, pero Mas debería considerar ese camino para evitar la consulta en las frágiles condiciones actuales y la brusca interrupción de la legislatura, cuyo principal beneficiario sería ERC.

El conjunto de España y en primer lugar el Gobierno, tampoco puede enfrentarse a sus problemas sin resolver el planteado en la comunidad donde se genera casi el 20% del PIB español, y con la que existen múltiples lazos cruzados. Merece la pena que las partes implicadas dialoguen sobre una salida y respondan a los deseos de votar de muchos catalanes: eso sí, en condiciones más serias que las planteadas en la actualidad.

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