Nosotros, los sanitarios, y el ébola
La llegada del ébola a Occidente ha activado la alarma mundial. Y mientras todos se preguntan si España estaba realmente preparada para tratar con seguridad a las personas infectadas, me vienen a la mente todas las personas que, a pesar de poder quedar expuestas a la enfermedad, ofrecen su ayuda. A los miles de voluntarios, médicos y profesionales sanitarios de todas partes que, por ayudar a los afectados por el virus, están poniendo en riesgo su propia vida.
Pero el debate mundial sigue. Nos culpan de no contar con las medidas de seguridad necesarias para evitar los contagios, de trabajar con un equipo insuficiente e inadecuado, del poco entrenamiento del personal médico y de haber repatriado de forma “improvisada” a los dos misioneros enfermos. De ser desorganizados e incapaces de averiguar cómo se pudo producir el contagio de la auxiliar de enfermería. E incluso se ríen de la reacción exagerada que originó la eutanasia de Excalibur entre los defensores de los animales.
Debemos parar de echarnos la culpa los unos a los otros, de llamarnos incompetentes o despistados y empezar a preocuparnos por lo verdaderamente importante: la lucha contra el enemigo, el ébola.— Elisabet Serena Valls. Barcelona.
Vergüenza, rabia, impotencia, dolor y, sobretodo, miedo. Acaba de llegar a casa mi marido tras un servicio de urgencias en puerta de 16 horas. Él es médico y yo farmacéutica. Tras nuestra conversación matinal noto como la rabia crece en mi interior. Comenta que le “han hecho firmar” que ha recibido el protocolo de actuación frente al ébola. Ante mi sorpresa, resulta que le han dado un papel que dice cómo actuar, como el papel que se les da a los niños en el cole para que aprendan a hacer caligrafía.
De verdad, un papel que le dice cómo actuar. No les han formado, nadie les ha explicado cómo proceder, cómo deben colocarse un traje o quitárselo para no infectarse, no les han preparado salas específicas para esos posibles pacientes y, lo que es peor, ni si quiera les han dado el material que en dicho protocolo dice que deben usar. Pero ahora ya podrá salir Ana Mato diciendo que nuestros médicos españoles están formados y preparados para combatir el virus.
Hay gente que pensará que al ser médicos y enfermeros deben de saber hacerlo y no necesitan formación, pero aquello que no haces con rutina se termina olvidando, sobretodo si es algo específico que en tu puesto de trabajo no precisas y que nunca has realizado. ¿Es que a alguien le gustaría que le operase a corazón abierto un traumatólogo? Además, debemos de tener en cuenta que en nuestro sistema sanitario no solo hay médicos y personal de enfermería. Hay una gran plantilla de profesionales que ocupan puestos de auxiliares, celadores o limpieza; estas personas también están expuestas y se merecen, como mínimo, recibir una formación específica que pueda salvar sus vidas.— Natalia Hernández Rivas. Carrizal, Gran Canaria.
Se ha confirmado en Texas el segundo caso de infección fuera del continente africano, una enfermera de Dallas que se suma al de la auxiliar contagiada en Madrid. En Estados Unidos, también hablan de “un fallo en el protocolo de seguridad”. Los profesionales (auxiliares, enfermeras, médicos, personal de limpieza…) que están atendiendo a las dos compañeras enfermas a uno y otro lado del Atlántico están realizando un trabajo heroico trabajando sin saber qué ha fallado exactamente en los protocolos de actuación que tienen actualmente establecidos.
Todos los esfuerzos deberían concentrarse en ser exquisitamente rigurosos en analizar, evaluar y aprender meticulosamente de lo ocurrido para poder enfrentarnos con éxito a casos futuros. No nos podemos permitir perder el tiempo.— Begoña Graña Suárez. A Coruña.
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