La eterna queja de los nacionalistas

Dice Íñigo Urkullu, líder de los nacionalistas vascos, que si se reformase la Constitución para dotar de soberanía al País Vasco y a Cataluña se evitarían los referendos de autodeterminación. Sin duda ha tenido que darle muchas vueltas para llegar a esta conclusión. Si se les da la independencia, se evita tener que preguntar sobre la independencia. Con este razonamiento, Urkullu se pone al nivel de otro gran estratega: Artur Mas. Lo cierto es que desde los albores de la democracia, los nacionalistas vascos y catalanes (dos de las comunidades más ricas de España, por cierto) no hacen otra cosa que pedir y pedir, lamentarse y lamentarse. Nada parece bastarles. Ni la autonomía, ni el posible federalismo. Estoy convencido de que si obtuvieran la independencia seguirían quejándose. Y me temo que también seguirían reclamando territorios próximos para anexionárselos. Los analistas apuntan a que la independencia de una comunidad española significaría su ruina económica. Pero no importa: ¿quién tendría la culpa en ese caso?: el Estado español. ¿No sería más sensato, en lugar de tantas ensoñaciones melancólicas, mirar hacia delante y entender de una vez que la unión hace la fuerza?— Carlos Osorio García de Oteyza.