Panamá y su rostro escondido
Esta es la primera entrada de una serie realizada por Mary Triny Zea C., periodista del diario La Prensa, Panamá.
Diario La Prensa (Panamá), fotógrafo: Gabriel Rodríguez
Panamá, el país que tiene por meta liderar el crecimiento de Latinoamérica (LA) en 2014 con una envidiable tasa del 7% y que cerró el primer semestre con un crecimiento de 6.4% del PIB, en 17 mil 315 millones de dólares, mil millones de dólares más que el mismo periodo del año pasado, tiene a su mayor grupo originario, el “Ngäbe Buglé”, sumido en la marginación, desnutrido y enfermo.
Se trata del país del canal que une los océanos Atlántico y Pacífico, con ostentosos rascacielos en su capital, y paisajes paradisiacos que enamoran a artistas de cine y multimillonarios que establecen en este istmo su segundo hogar o invierten para capturar algo de esta bonanza.
Pero la otra cara del boyante crecimiento la vive un cuarto de su población en la pobreza. Según el Banco Mundial, Panamá, de sólo 75 mil 517 kilómetros cuadrados, es de las naciones más desiguales en LA. Los indígenasNgäbe Buglé, cuyos ancestros se enfrentaron a los conquistadores españoles en el siglo XVI viven la peor parte.
Ignorados en la cordillera central el 91.5% vive en extrema pobreza y el 93.4% en pobreza general. Suelen andar con los pies descalzos y cuarteados de tantos días de caminar por los cerros, su tez color bronce y negros cabellos parecieran estar hechos para resistir el implacable sol y las lluvias del clima tropical, su mirada desconfiada refleja sus corazones engañados a través de los años y el prominente vientre de sus inocentes niños delata la desnutrición de los 156 mil habitantes en donde el 98% de los infantes menores de cinco años que habita en estas tierras colectivas de suelo arcilloso sufre la depauperación.
Esta comarca de 6 mil 968 kilómetros cuadrados, se ubica más cerca a Costa Rica, que de la capital panameña y fue creada por la Ley 10 de 1997 para que los ngäbes conservaran sus tradiciones, se educaran manteniendo su dialécto y se desarrollaran mediante el turismo y la agricultura sostenible con el respaldo del gobierno panameño que debía asistir “técnica y financieramente para la comercialización agropecuaria, industrial y artesanal”.
Casi dos décadas después, además de gozar de la antipatía de la mayoría de los panameños que los cataloga de “indios vagos e ignorantes”, esta región donde terminaron los nativos que previo al siglo XX habitaron las tierras del pacífico, es una comarca que carece de carreteras, electricidad, agua potable, centros de salud en real funcionamiento y concentra las más vergonzosas estadísticas del país.
El mayor porcentaje de analfabetismo 30.8% está en la comarca, a pesar de que los niños se esfuerzan por acudir a los planteles, algunos incluso mueren en el intento de cruzar un caudaloso río bajo un “puente” que consisten en troncos de árbol con ramas amarradas para que las personas se sostengan, y así llegar a la escuela. Cuando sucede pasa desapercibido en el Panamá de los miles de millones de dólares, nadie se entera y a nadie parece importarle.
Aurelia Miranda, una indígena de 35 años y madre de cuatro hijos, es una de las historias detrás de la fría cifra, su mayor deseo es una “carretera asfaltada y más escuelas para que los niños no caminen tan lejos para sus estudios”.
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