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Aquí hay tomate

España es uno de los grandes productores mundiales de este fruto. Cientos de pequeños agricultores reivindican hoy el cultivo tradicional recuperando semillas casi olvidadas

Vicens Giménez

"En este valle hay un microclima con mucha tradición de tomates y en octubre todavía se pueden recolectar, así que en cuanto nos mudamos decidimos plantarlos”, explica Anna Martínez Farnés desde la masía familiar en Riells del Fai (Barcelona). Ella y su marido nunca habían pensado en llevar una vida en el campo, pero la falta de trabajo en la ciudad les llevó a explorar esta opción. Buscaron las variedades tradicionales y trataron de recuperar algunas semillas prácticamente olvidadas. Hoy distribuyen su producto a particulares y establecimientos locales. Disponen de 8.000 tomateras cuidadas a cuatro manos que, si todo va bien, producirán unos 15.000 kilos este año.

El de esta emprendedora es solo un ejemplo de los cientos que se pueden encontrar en España, un país que, según los datos que maneja la Asociación Agraria de Jóvenes Agricultores, distribuye anualmente alrededor de 2,5 millones de toneladas de tomate fresco, sin contar los que se destinan a la producción industrial. En caso que se incluyan estos últimos, la cifra que baraja el Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente crece hasta los 4 millones de piezas al año. El presidente de la delegación almeriense de ASAJA, Francisco Vargas, explica que las variedades preferidas de los consumidores son los raf, muchamiel, rambo y brillante.

“A pesar de que vivir de la agricultura es cada vez más complicado, la producción española sigue en aumento en el mercado internacional”, dice J. M. Mulet, profesor de Biotecnología de la Universidad Politécnica de Valencia. El experto encuentra carencias en la oferta del supermercado: “Cada vez es más difícil encontrar tomates madurados en mata, que son los que desarrollan mejor aroma”.

Al igual que Anna Martínez, Cristóbal Hevilla trabaja en su propio huerto. Su explotación familiar, en la localidad malagueña de Coín, está especializada en hortalizas ecológicas. Se muestra crítico con el sistema actual de producción: “La salud del tomate que nos venden a la mayoría es regular tirando a mala, aunque estéticamente sean más bonitos que nunca”. La esperanza, según el agricultor, radica en los pequeños productores: “Lo bueno es que en muchas zonas rurales aún se cultivan a pequeña escala multitud de variedades que la gente comienza a reivindicar”. Como explican desde Mercabarna, no es fácil encontrar estas producciones en el súper. “Están en mercados municipales y en cadenas de fruterías. Son más caros y se mantienen menos tiempo que los de invernadero”.

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