Hombres, mujeres y mucho viceversa en la pasarela madrileña
En la pasarela MBFWM las líneas entre masculino y femenino se siguen difuminando pero ahora tres diseñadores han reaccionado
La modelo Bimba Bosé, enfundada en un traje masculino y con el pelo recogido, abre el último desfile de la tercera jornada de la Mercedes Benz Madrid Fashion Week. Por supuesto, no es la primera vez que lo hace, ni la primera vez que Davidelfín, autor de la colección, juega con la androginia como recurso estético. De hecho, es casi un tópico en su carrera. Sin embargo, en esta ocasión, el contexto es algo distinto.
Durante los días anteriores, hemos podido ver este tipo de guiños en varias colecciones, mediante paralelismos y prendas que pasan sin estrecheces de las filas femeninas a las masculinas y viceversa. Podría ser la constatación de que el unisex está cada vez más presente entre nosotros. O también –y esta explicación parece la más probable–, podría ser un ejemplo del modo en que las colecciones masculinas se ven obligadas a dialogar con las femeninas cuando participan en una pasarela que, como la madrileña, está dedicada esencialmente a mostrar colecciones de mujer. ¿Cómo huir, entonces, de lo subsidiario para evitar que las líneas masculinas se conviertan en una nota al pie?
Para tres diseñadores nacidos en los 70 –Davidelfín, Ion Fiz y Ana Locking–, la respuesta pasa por la trasposición de colores, inspiraciones y tejidos, y por la adopción de estampados y motivos visuales comunes. No es una postura casual: en un mercado sobresaturado, las prendas con más posibilidades de triunfo son las que podemos identificar a primera vista. Sobre todo para marcas con una clientela especializada que no acude a ellas en busca de un fondo de armario, sino para hacerse con prendas icónicas y reconocibles.
Para lograrlo, nada más eficaz que el estampado. Davidelfin, cuyas señas de identidad han estado siempre ligadas a la tipografía y la ilustración, ha presentado este domingo una colección de inspiración gráfica, con estampados multicolores de reminiscencias Memphis y motivos geométricos en blanco, negro y verde brillante.
En el caso de Ion Fiz, que se ha inspirado en los cruceros vacacionales, la apuesta gráfica se plasma en sudaderas y camisas estampadas digitalmente con ilustraciones acuáticas del artista Gabriel Moreno. Las franjas blancas, rojas y azules de sus prendas menos sport recuerdan tanto a los tejidos marineros como a la lona de una tumbona, y aportan un giro interesante a chaquetas cortas, bermudas y pantalones. La sastrería, después de todo, no ha estado del todo ausente en unas jornadas que, en lo masculino, han visto el triunfo definitivo del sport.
Precisamente esta fusión entre la sastrería y el unisex deportivo era uno de los rasgos más atractivos de la colección que Ana Locking ha creado inspirándose en La montaña mágica, la novela de Thomas Mann. Sin embargo, no hay demasiado existencialismo en el imaginario alpino –muy sugerente en una colección primaveral– que maneja. Encontramos una cierta gelidez en sus sudaderas con aberturas laterales y en los tonos metálicos de sus pantalones, pero también una exaltación kitsch en sus estampados digitales de paisajes montañosos.
Como Ion Fiz y Davidelfin, Ana Locking se decanta por siluetas relajadas, deportivas, equívocamente andróginas, comercialmente orientadas hacia un público nicho que nada tiene que ver con el de Desigual, Roberto Verino, y Francis Montesinos, tres marcas que también han introducido cupo masculino en sus colecciones. En el caso de Desigual, el objetivo del desfile era celebrar el espíritu de una marca cuyo eje conceptual es la glorificación del desenfado. Aquí los estampados no juegan con el retro, el diseño gráfico ni los trampantojos, y se resuelven en un clima de euforia propenso a las explosiones de color.
Frente a estas deflagraciones, el cromatismo de Roberto Verino ostenta una austeridad casi monástica. En un viaje estético por México, Verino aplica dosis de ligereza colonial a prendas funcionales y combinaciones monocromas en beige, blanco y azul. Francis Montesinos, a su vez, toma estos colores y los lleva a su siempre imprevisible terreno mediante estampados marinos, mosaicos de colores y combinaciones de tejidos. Su territorio no es el de las sutilezas conceptuales centroeuropeas, sino el de la seda, los trajes amplios y ceñidos al mismo tiempo, los pareos, el macramé y las transparencias mediterráneas. Son la constatación, una vez más, de que siempre ha habido tantos veranos como latitudes. Y el año que viene no será distinto.
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