Así es como te roban la cartera
El móvil, las tarjetas... Todo lo que hay en nuestros bolsillos es susceptible de caer en manos de los maestros de estas técnicas
El mundo entero cambia en menos de un segundo. El día que hasta ahora podría ir bien, mal o razonable, se convierte en una mareante combinación de rabia, resignación, cúmulo de problemas nuevos y repentinas estimaciones de daños. A la vista no ha pasado nada, pero eso no quiere decir que no se hayan derrumbado los cimientos de nuestra seguridad y nuestra privacidad. Efectivamente, alguien acaba de meter la mano en nuestro bolsillo y se ha llevado nuestra cartera, nuestro móvil o ese otro algo que consideramos valioso. ¿Cuándo ha pasado? No lo sabemos. ¿Cómo ha pasado? Tampoco. Lo único que se tiene claro es que no nos hemos enterado nada.
Un grupo de científicos ha estudiadoa Apollo Robbins, un carterista que 'desplumó' al servicio secreto del expresidente Carter, sustrayéndoles sus relojes, carteras, placas y hasta las llaves de la limusina
¿Cómo es posible que esto suceda? ¿Qué ciencia hay detrás del robo de la cartera? Se podría decir que lo que hay es magia, aunque sea por la cursilada de que tanto para hacer magia como para robar carteras hace falta ser un maestro en el arte de la prestidigitación y el ilusionismo, y siempre en alerta para aprovecharse y sacar beneficio, los primeros, de nuestros despistes. Tanto uno como otro utilizan contra nosotros “las propiedades intrínsecas de la mente” para engatusarnos y “lo que hacen es mostrar nuestro cerebro tal cual es, como un mentiroso”, explican los neurocientíficos Susana Martínez-Conde y Stephen L. Macknick en Los engaños de la mente (Planeta, 2011).
La pareja de investigadores del Laboratorio de Neurociencia Visual del Barrow Neurological Institute de Phoenix lleva trabajando en el área de las ilusiones mentales desde hace más de diez años y su labor le ha llevado a situarse como pionera en el estudio de la neuromagia, disciplina que puede ayudarnos más de lo que parece a comprender cómo funciona la atención humana y a saber controlar lo que sucede a nuestro alrededor.
Entre las técnicas más repetidas está el tapón (bloquear entre dos a la víctima para que un tercero obre), la mancha (un miembro de la banda mancha a la víctima para que se despiste) o la muletilla (el delincuente cubre sus manos con un periódico o un abrigo)
Martínez-Conde y Macknick se fijaron especialmente en los métodos del carterista estadounidense Apollo Robbins, tildado como El ladrón de guante blanco o El caballero carterista, casi a la altura del mítico George Barrington. Robbins es toda una celebridad en su patria gracias al programa Juegos mentales que presenta en el National Geographic (basado en su espectáculo de Las Vegas): ha participado en un buen puñado de charlas y conferencias demostrando lo fácil que es engañar a nuestro cerebro y lo fácil, por tanto, que es, al menos para sus entrenados dedos, robarte en tu propia cara sin que lo notes. Entre sus hitos, haber dejado limpios a la actriz Jennifer Garner, al jugador de la NBA Charles Barkley y a los miembros del servicio secreto del ex presidente estadounidense Jimmy Carter, sustrayéndoles sus relojes, carteras, placas y hasta las llaves de la limusina del expresidente.
"Cuando Robbins llama a alguien al escenario”, afirma la doctora, “los hace mirar cosas con atención, les habla, toca su cuerpo, se acerca mucho a ellos produciendo una respuesta emocional a medida que irrumpe en su espacio personal… Es una auténtica sobrecarga de atención”. Esa táctica de aproximación a la víctima es muy similar a la que utilizan los profesionales en el metro o en la vía pública: primero escogen a quien van a robar tras haber observado detenidamente a esa persona y tras haber averiguado dónde guarda el móvil, la cartera, reloj.
Pero lo que hace de Robbins un carterista singular es, además de su juego de manos, su manera de hablar y de lograr la confianza de su víctima: mientras le dispara tonterías por la boca, toquetea a su víctima, siempre con los brazos formando un arco, de tal modo que consigue despistarla y desplumarla por completo, explican Martínez-Conde y Macknick sobre el modus operandi del carterista estadounidense.
Otro de sus métodos clásicos desenmascarado por la pareja de investigadores, esta vez para quitar un reloj, consiste en apretar primero la muñeca por encima de la correa con fuerza para crear una ilusión táctil, despistar al portador y sustraérselo rápidamente. La víctima aún cree que lleva el reloj puesto, pero en realidad ha volado sin que se diera ni la más mínima cuenta. “Siempre estoy tratando de averiguar qué tipo de compañero de baile es mi víctima, y sé que si me siguen el paso, puedo hacer lo que quiera con ésta", ilustra Robbins en un reportaje de The New Yorker con una florida metáfora.
No obstante, el grueso de los carteristas no son tan glamurosos y habilidosos como Robbins. La mayoría no son más que ladrones oportunistas, muchos de ellos organizados en bandas que pululan por las zonas más concurridas de la ciudad. Entre las técnicas más usuales que utilizan encontramos el tapón (bloquear entre dos a la víctima mientras una tercera aprovecha para robarte la cartera), la mancha (un miembro de la banda mancha a la víctima, quien con el trajín se despista y se convierte en presa de los carteristas) o la muletilla (el delincuente cubre sus manos con un periódico o un abrigo). Los cuerpos de seguridad y justicia reconocen que es muy complicado ponerles veto judicial ya que los carteristas suelen cometer pequeños hurtos y el debate sobre cómo atajar estos delitos siempre está encima de la mesa.
La atención se ha convertido en un bien limitado. Creemos que nos sobra y que por ello podemos hacer muchas cosas al mismo tiempo, pero no es así Apollo Robbins, explicando por qué la era del smartphone es buena para un carterista
Hasta que algún inventor dé con el ingenio perfecto anticarteristas (año tras año se incrementan las patentes de inventos contra el robo de carteras), la solución pasa por la prevención y la única recomendación es prestar toda la atención posible. “A día de hoy, podemos acceder a más información de la que necesitamos y la atención se ha convertido en un bien limitado. Creemos que nos sobra y que por ello podemos hacer muchas cosas al mismo tiempo, pero en realidad no es así”, asegura Robbins. Si lo dice el carterista más dotado del mundo, habrá que hacerle caso.
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