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Columna
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Carcoma

España debería figurar en la nueva contabilidad europea como la principal productora de tiempo cultural perdido

Manuel Rivas

La cara de Susana de Sierra, hasta ayer directora general del Instituto de Cinematografía, no es la de alguien que dimite, sino de quien huye despavorida. No es para menos. Ella también ha visto en acción al principal agente roedor del Gobierno, un tipo de carcoma conocido como escarabajo del reloj de la muerte, alias Xestobium Rufovillosum. A su manera, este es un bicho muy intelectual. Sus preferencias a la hora de apolillar son las vigas maestras de la cultura y la investigación. Frente a la tradicional desgana de otras especies administrativas, el rufovillosum es no menos tradicional, pero de una gran eficacia. Así, España debería figurar en la nueva contabilidad europea como la principal productora de tiempo cultural perdido. En cinematografía, como demuestra el rostro aterrado de la ex directora general, el país de Buñuel, Bardem, Berlanga y Almodóvar, está a punto de volver a 1896, con el único estreno de Salida de misa de doce. En teatro, la frase con la que los cómicos se deseaban una buena sesión, “¡Mucha mierda!”, suena ya como un epitafio histórico. En muchas bibliotecas públicas no entran novedades, así que la gente vuelve a instalarse en el 1898. Yo estoy a la última con El árbol de la ciencia, de Pío Baroja. Hay un capítulo genial en que el investigador Fermín Ibarra anuncia su marcha a Bélgica, ante la imposibilidad de desarrollar sus patentes: “Pero, en fin, a mí esto no me indigna; lo que me indigna es la suspicacia, la mala intención, la petulancia de esta gente. Aquí no hay más que chulos y señoritos juerguistas. (...) Políticos, militares, profesores, curas, todos son chulos con un yo hipertrofiado”. Y concluye diciendo: “El capital español está en manos de la canalla más abyecta”. A este pollo antisistema, Pío Baroja, había que apretarle las tuercas con la nueva ley de seguridad.

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