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Coordinado por Gonzalo Fanjul y Patricia Páez

Paraguay: se puede vivir sin soja

Cuarto capítulo del reportaje "Paraguay" que publicamos a lo largo de la semana. PorLaura Hurtado(@laurtado).

Santiago y Pabla cultivan semillas autóctonas y demuestran que otro tipo de agricultura es posible en Paraguay © Carol Thiede / Oxfam

“El modelo agrícola de este país destruye. Nosotros queremos un modelo que construya”, asegura Santiago, de 49 años, sentado en el porche de su casa mientras come una mandarina acabada de coger. Él vive con su familia en una especie de paraíso sostenible, rodeados de vegetación y de flores silvestres, en una preciosa casa cubierta de hiedra y con un pequeño jardín. Juntos cultivan maíz, poroto, maní, mandioca, zapallo y varias semillas autóctonas más.Además, tienen un huerto que produce hortalizas, árboles frutales, chanchos (cerdos) y gallinas. Además, de plantas medicinales que consumen cuando se enferman (y que regalan a sus vecinos cuando las necesitan).

“Yo soy vegetariano”, sonríe Santiago que, al contrario de lo que hacen la mayoría de sus compatriotas, decidió abandonar la ciudad que le vio nacer para irse a vivir al campo donde demuestra que se puede vivir bien y de forma respetuosa con el ambiente. “Siempre he sido diferente. Mi familia no entendió que me fuera y abandonara los estudios, aunque yo siempre estoy aprendiendo”, afirma este hombre que recientemente se metió en política y hoy es concejal del Frente Guasú (partido progresista al que pertenece el expresidente Fernando Lugo). En la buhardilla de su casa hay un baúl lleno de libros. “A Santiago le gustaría montar una biblioteca para la gente de la comunidad pero nunca tenemos dinero”, nos confiesa Pabla, su mujer.

Estamos en un oasis en extinción al que se accede tras casi dos horas de viaje, siguiendo una carretera de tierra llena de baches. Durante todo el trayecto nos acompañan las manchas marrones ocupadas por la soja, un cultivo cada vez más presente en el paisaje paraguayo. Durante la última década, la producción se ha duplicado.

“Aquí la tierra está en pocas manos. Pocos campesinos tienen el título de propiedad y eso les hace vulnerables cuando las empresas sojeras les quieren comprar la tierra”, explica Santiago que se ha organizado con otras familias para resistir. “He documentado los casos de más de 60 familias que sufren por las fumigaciones o que reciben presiones para vender sus parcelas y he puesto una denuncia. Pero no podemos quedarnos en la protesta, tenemos que hacer propuestas”, prosigue y se pone a enumerar los diferentes proyectos en los que están embarcados: producción de leche, creación de huertos,ferias de intercambiode productos…

“Nosotros siempre podremos comer y vender comida. Con la soja, eso no lo puedes hacer”, subraya.

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