_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

La Saeta

Me lo pasé de maravilla en el Bernabéu viendo jugar al Real Madrid comandado por ese tipo superdotado

Jorge M. Reverte

Era tan bueno jugando al fútbol que lo pudo soportar todo. Los odios, las envidias y, sobre todo, la admiración incondicional, que es algo que suele llevar al desastre a cualquiera. Tenía una enorme calidad, tanta que no quiso ser más que un tipo dedicado al fútbol. No se desnudó para hacer anuncios de publicidad. Bueno, estuvo a punto, porque lo de hacer de protagonista en una película sobre sí mismo pudo haberle llevado al desastre.

Una cuestión de edad y otra de procedencia geográfica se sumaron para hacer que yo pudiera experimentar la emoción de verle jugar cuando era un crío en Madrid. Me lo pasé de maravilla en el Bernabéu, que entonces la gente conocía como Chamartín, muchas tardes de mi infancia-adolescencia, viendo jugar al Real Madrid comandado por ese tipo superdotado.

Además, tenía gracia. Como cuando definió que Italia siempre ganaba por goleada de uno a cero.

Haz que tu opinión importe, no te pierdas nada.
SIGUE LEYENDO

Debía tener menos gracia ser entrenador con él, porque mandaba sobre el míster siempre: decía quién jugaba y quién no, y en qué lugar del campo se tenía que poner. Y no quiero imaginar lo que llegaría a sentir algún compañero al que no le cayera bien.

En los papeles ocupa con su muerte casi tanto espacio como un papa pasado a mejor vida. ¿Es un exceso? Puede ser, pero lo cierto es que provocó tanto placer con su juego que hay mucha gente que le sigue teniendo en sus conversaciones. Y yo mismo no puedo resistirme a escribir sobre él el día de su muerte.

Era tan grande en lo suyo que pudo resistir cosas que ningún otro ser humano habría podido aguantar.

¿Se imagina nadie recibir el apelativo de La Saeta Rubia y atreverse a salir a la calle? A mí me parece imposible.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_