Sindéresis
Los telediarios huelen a formol, a yodo, a desinfectante
Imaginemos hoy que La Roja, entera, se lesionara y que fuéramos nosotros, sus simpatizantes, quienes tuviésemos que poner todo el esfuerzo para que los pobres jugadores llegaran a la final y cobraran sus 700.000 euros de prima. Así es como vemos a nuestras instituciones cada vez que nos sentamos frente al telediario. No se salva ninguna. La que no tiene artritis sufre pérdidas de orina, y la que no, calambres musculares, descalcificación o hidrocefalia. Los locutores parecen leer un parte médico más que una serie de noticias. Da lo mismo que se refieran al Tribunal de Cuentas que al Constitucional; al PSOE que al PP; al Ayuntamiento de Santiago de Compostela que al Ministerio de Sanidad. Los telediarios huelen a formol, a yodo, a desinfectante. Huelen a quirófano, a UVI, a pasillo de hospital afectado por los recortes.
Y ahí estamos nosotros, las víctimas de las fechorías económicas y políticas de nuestros próceres, dándoles ánimo desde el sofá, a ver si por fin meten un gol a la injusticia. Vamos, vamos, Rajoy, haz una crisis de Gobierno, quítate de encima a Ana Mato (solo es un ejemplo), que nos sube la bilirrubina cada vez que sale el asunto de las urgencias colapsadas, de sus viajes sufragados por la Gürtel, de los cumpleaños corruptos de sus niños. Venga, Rubalcaba, amordaza a tu alma republicana o a tu cuerpo monárquico, pero no les permitas hablar a la vez, que dan el espectáculo. Manda huevos que seamos nosotros, gente sencilla, agobiada por recoger a los niños de la guardería a tiempo, por comparar las ofertas de Mercadona con las de Alcampo antes de hacer la compra, por llevar al abuelo al médico, quienes tengamos que meterles los goles a los que los cobran. Por favor, venga ya, un poco de sindéresis.
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