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Tribuna
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En defensa de los valores compartidos

Los jóvenes han de ser parte fundamental en la regeneración democrática

Desde hace algún tiempo, un grupo de exministros de todos los Gobiernos de la democracia en España venimos trabajando y reuniéndonos en distintas ocasiones para constituir un espacio de análisis, reflexión y debate sobre los asuntos de mayor relevancia política, social y económica para nuestro país. Un foro al que solo podemos pertenecer aquellos exministros y exministras que no ostentemos cargo o función política alguna, para no sentirnos condicionados de ningún modo a la hora de expresar nuestras opiniones y para evitar cualquier malentendido derivado de carreras políticas en curso.

El resultado de estos trabajos es la Fundación España Constitucional, que hemos presentado en Valencia y de la que formamos parte, hasta el momento, cerca de 40 miembros de los distintos Ejecutivos de UCD, PSOE y PP desde la instauración de la democracia. Es esta, además, la primera asociación, no solo en nuestro país sino a nivel internacional, que reúne, para debatir en libertad, a responsables ministeriales de distintos Gobiernos, de distintos partidos políticos —incluidos exministros independientes— y de distintas generaciones.

La Fundación España Constitucional surge como un punto de encuentro plural que desea profundizar y actualizar la voluntad y los valores que se consagraron en la Constitución de 1978. El objetivo es que sean, también hoy, un patrimonio reconocido y asumido por las nuevas generaciones de españoles: una guía para afrontar los desafíos de la España del siglo XXI, que no son menores, ni mucho menos, que los que debió superar la generación de la Transición.

Aunque la idea surgiera hace ya más de un año, acontecimientos recientes de la mayor trascendencia abundan en la necesidad de una iniciativa de estas características. En este sentido estamos interpretando entre nosotros los resultados de las elecciones europeas del pasado 25 de mayo. Como cualquier demócrata necesitamos entender mejor los resultados de estos comicios y no equivocarnos a la hora de sacar las conclusiones. Muchas reivindicaciones, muchos colectivos y múltiples canales de relevancia ciudadana han expresado su disconformidad con asuntos esenciales que deben ser tenidos en cuenta. Por eso nos interesa, y mucho, contribuir a canalizar estas expresiones hacia análisis o incluso propuestas que sean defendidas por nuestros líderes políticos y que puedan llegar a votarse en las urnas.

Para estar a la altura de nuestro compromiso, pondremos en juego nuestro mayor activo: la experiencia de gobierno

Para ello nos esforzaremos por crear nuevos canales desde la Fundación hacia la sociedad y desde la sociedad hacia la Fundación, con nuevos proyectos y formatos de intercambio de ideas, con especial atención a los jóvenes. ¿Cómo? Con una participación activa y directa de nuestros miembros. Porque muchos fuimos hijos que también reivindicábamos y ahora somos abuelos y padres de jóvenes que desarrollarán sus vidas en un marco distinto, afortunadamente democrático. Ha calado demasiado la desafortunada frase de Unamuno “que inventen ellos”. Nosotros nos sentimos más identificados con otra suya: “Procuremos ser más padres de nuestro porvenir que hijos de nuestro pasado”.

Estamos preocupados por su desafección hacia la política, por su desconfianza hacia las instituciones, por la distancia que les separa de los representantes públicos. Necesitamos su energía, su pasión y su ilusión, y sobre todo, su complicidad. Han de ser una parte fundamental en la imprescindible regeneración democrática, y debemos tenderles la mano para que nos ayuden a defender y a actualizar los principios y valores de la Constitución de 1978, de forma que todos, los españoles de entonces y los de ahora, juntos, nos sintamos parte —y responsables— de un proyecto común.

La Fundación se compromete a contribuir a un debate intergeneracional e informado sobre los asuntos de relevancia para España. Defenderemos el valor de la reflexión conjunta, del diálogo abierto y del consenso político dentro de la Carta Magna, que debe seguir siendo el marco de convivencia, sin exclusión de nadie. Porque la Constitución y sus eventuales reformas tienen que ser de todos y para todos, reflejo de la libertad política de los españoles de cualquier edad y expresión de su soberanía.

Para estar a la altura de este compromiso pondremos en juego nuestro mayor activo: la experiencia de gobierno, fomentando criterios de acuerdo desde los valores democráticos compartidos y con una visión pluripartidista. Esta es nuestra principal responsabilidad: señalar puntos de encuentro en lo esencial, por encima de nuestras lógicas diferencias. Es también lo que nos legitima para defender el valor real de la política como un espacio de participación, valioso e imprescindible, de toda la sociedad y no limitado a la vida partidista.

En Valencia celebramos nuestro primer acto público, en el que aprobamos una declaración de principios y comenzamos un proceso de reflexión y debate sereno y plural, como corresponde a nuestro espíritu fundacional. Hemos querido denominar a ese texto, en el que definimos lo que queremos ser y cómo queremos trabajar, Declaración de Valencia, como homenaje a la tierra que nos ha acogido en nuestra presentación en sociedad.

Defendemos la política como un espacio plural de participación y no limitado a la vida partidista

A partir de aquí, iniciaremos un ciclo de encuentros en distintos territorios de España para aportar reflexiones que permitan mejorar la comprensión de la realidad española y contribuir a identificar posibles soluciones a nuestros retos. Ahora bien, no pretendemos ser disruptivos con la dinámica de los poderes del Estado, pero sí aspiramos a ser constructivos con nuestras aportaciones.

Estamos convencidos de que nuestra mera existencia y el origen político plural de nuestros miembros es el mejor mensaje que podemos transmitir, como así subraya la Declaración de Valencia: “La convicción de que existen valores comunes que requieren una defensa conjunta, con independencia de las adscripciones políticas; que la voluntad de entendimiento y de acuerdo deben estar siempre presentes en la vida pública, por distantes que puedan ser las posiciones políticas que cada uno sustente”.

En una reunión del patronato preparatoria de esta presentación nos llegó la noticia del fallecimiento del presidente Suárez. Decidimos entonces dedicarle este acto de la Fundación como tributo al gran servicio prestado a España en la construcción de la Transición y como personificación de los valores constitucionales que nuestra Fundación promueve y defiende. La reciente abdicación de la Corona por parte de Su Majestad el Rey nos permite, con satisfacción, rendir homenaje de reconocimiento y gratitud a don Juan Carlos I, así como al indispensable papel jugado por Su Majestad la Reina.

Es difícil imaginar dos personas —el Rey y el presidente Suárez— que representen mejor los valores que hicieron posible la Constitución de 1978, valores que son la esencia de nuestra Fundación: la generosidad, la búsqueda del consenso, la voluntad de acuerdo y la vocación de reencuentro. Al recordarles no hacemos sino mirarnos en lo mejor de estos casi 40 años de democracia, en todo aquello que pensamos debe permanecer a pesar del paso del tiempo y que nos permitirán superar, desde el diálogo, las dificultades y los desencuentros de nuestros días.

Cristina Garmendia Mendizábal es presidenta de la Fundación España Constitucional y exministra de Ciencia e Innovación.

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