_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Ir a misa

Estos días, con la cercanía de las elecciones, se habla mucho del “papel” de Europa

Juan José Millás

El reparto de la masa muscular, aun siendo injusto, es más equitativo que el de la monetaria. De hecho, hay pobres con más masa muscular que algunos ricos. Todo ello, con las excepciones que sea preciso señalar: las de los niños sin bíceps, las de los viejos sin tríceps, las de las mujeres y los hombres sin cuádriceps. Hay lugares en el mundo en los que predomina la masa ósea sobre la masa muscular, no lo ignoramos. Pese a esta dominancia esquelética, apreciable en determinados lugares, la masa muscular, insistimos, está más o menos promediada. La monetaria, no.

La masa monetaria, sin masa ósea, no es nada. En economía, la masa ósea es el consenso. Lo que hace al dólar más fuerte que otras monedas es que la mayoría de la gente cree religiosamente en él. Si el mundo, de la noche a la mañana, cambiara de religión, EE UU desaparecería como potencia en 24 horas. Hubo un tiempo en el que el papel moneda estaba respaldado por un bien material (el oro) muy incómodo de llevar encima. Ahora, detrás del papel moneda solo hay una fe tan irracional como la fe en Dios. Hay fe y hay deuda. La deuda, no sé, son los vasos linfáticos a través de los cuales se propagan las células cancerígenas de la confianza en la masa monetaria.

Estos días, con la cercanía de las elecciones, se habla mucho del “papel” de Europa. El papel, una vez más. Un papel, como el papel moneda, detrás del que solo hay una fe puesta de manifiesto en las homilías, más que en los discursos, de los candidatos. El valor de Europa es también el de la confianza, una confianza que nos está dejando sin masa muscular, en los huesos. Quienes hablan de la importancia de Europa, hablan de la importancia de un papel sin otro respaldo que el de la fe del carbonero. Los banqueros son los sacerdotes que la administran. Y quieren que vayamos a misa, claro. ¿Iremos?

Haz que tu opinión importe, no te pierdas nada.
SIGUE LEYENDO

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Juan José Millás
Escritor y periodista (1946). Su obra, traducida a 25 idiomas, ha obtenido, entre otros, el Premio Nadal, el Planeta y el Nacional de Narrativa, además del Miguel Delibes de periodismo. Destacan sus novelas El desorden de tu nombre, El mundo o Que nadie duerma. Colaborador de diversos medios escritos y del programa A vivir, de la Cadena SER.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_