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El acento
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Como nos ven, nos vemos

En '8 apellidos vascos' el estereotipo del vasco-vasco se resalta por contraste con el personaje andaluz

SOLEDAD CALÉS

El fin de ETA ha traído una oleada de proyectos cinematográficos sobre el tema de la violencia. Aunque el tabú ya se levantó hace algunos años, la novedad es el éxito que está teniendo, en Euskadi y en toda España, 8 apellidos vascos, una película que da un paso más en la desmitificación de la solemnidad abertzale: tomándosela a broma. Se trata de trasladar al cine la fórmula ensayada por sus guionistas, Borja Cobeaga y Diego San José, en Vaya semanita, serie de sketchs emitida por la 2 de la televisión vasca a partir de 2003 y que fue una corriente de aire fresco en el ambiente cerrado que aún perduraba en Euskadi. Y que supuso, sobre todo, un giro radical desde la obsesión de los vascos por la mirada de los de fuera a revelar cómo se veían ellos mismos. Hasta no hace mucho, aquella obsesión se manifestaba en el éxito de la sección de Revista de prensa en los periódicos y radios nacionalistas, donde se pasaba lista a las exageraciones de tertulianos y comentaristas de Madrid para rasgarse las vestiduras: mirad lo que dicen de nosotros.

Vaya semanita cambió el sentido de la mirada e introdujo personajes de la política vasca, algunos de los cuales, como ocurrió con los muñegotes de Canal +, comenzaron a imitar a su propia caricatura. Incluidos los encapuchados de la BBC, que hace poco, en el simulacro de entrega de las armas, se empeñaron en ser dignos de la imagen que de ellos había adelantado hace años Vaya semanita en un episodio en el que un secuestrado tenía que ayudar a los encapuchados a hacerle la foto que iban a enviar a la prensa. En 8 apellidos vascos, el estereotipo del vasco-vasco, encarnado por Karra Elejalde, se resalta por contraste con el personaje andaluz que va a acabar gritando Gora Euskadi manque pierda. Jordi Pujol dijo hace 20 años que en los cincuenta la imagen de España era una combinación del “folclore andaluz y [el futbolista del Athletic] Zarra”. Una encuesta del CIS de 1996 sobre estereotipos regionales indicaba que los españoles que mejor caían al resto eran los andaluces.

Los vascos también habían sido muy valorados hasta los años sesenta; luego bajaron mucho. Es muy posible que, ahora que han demostrado ser capaces de tomarse a broma a sí mismos, suban.

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