Las razones de Draghi
El BCE mantiene el coste del dinero a pesar de la baja inflación y del crecimiento a medio gas
El Banco Central Europeo (BCE) tiene sus razones para defender una política monetaria prudente —ayer mantuvo el tipo de intervención en el 0,25%— y Mario Draghi las explicó de forma convincente. A quienes sostienen que la senda de desinflación en Europa aconseja una nueva rebaja de tipos, el presidente del BCE replica que las proyecciones de inflación para la eurozona apuntan al 1,5% en 2016 y que la tasa de crecimiento del área, hoy en el 1,2%, será del 1,8% dentro de dos años. Draghi ve un periodo de crecimiento moderado pero sostenido de aquí a 2016, y con tales proyecciones no considera necesario ahora una nueva rebaja del coste del dinero.
Claro que hay otras razones que no son fáciles de racionalizar, desde la vigilancia constante del Bundesbank, poco amigo de medidas monetarias no convencionales o de cualquier signo de expansión, hasta el temor táctico a agotar todos los márgenes monetarios disponibles. A este respecto, Draghi se acoge a la fórmula de la flexibilidad, es decir, a la política del banco de “mantener acomomodaticia la política monetaria todo el tiempo que sea necesario”.
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La explicación es muy plausible, pero la realidad suele ser irreductible a las explicaciones. Es cierto que Europa no siente el riesgo inmediato de deflación, pero también es evidente que la salida de la recesión en Europa es desordenada. Mientras algunos países simplemente siguen deprimidos y otros inician una fase de lento crecimiento (caso de España), otros, por el contrario, están instalados en sendas de crecimiento sólido. Y, por añadidura, el crecimiento que se vislumbra hoy no incorpora, al menos inmediatamente, aumento del empleo —sobre todo del juvenil— ni puestos de trabajo estables.
Gran parte de estos problemas deben corregirlos, si saben hacerlo, los gobiernos regionales. Pero puesto que un factor decisivo del crecimiento es el crédito, cabría preguntarse cuál será, en opinión del BCE, el momento oportuno para exprimir unas gotas más de la política monetaria en favor de la expansión económica. Si la inflación es baja, con expectativas de que no se reduzca más, y el impulso de crecimiento es renqueante, quizá no haya oportunidad mejor para gastar los márgenes monetarios. La respuesta no es tanto técnica, un ámbito en el que Draghi puede moverse con soltura, sino esencialmente política.
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