Diez cosas de las que se habló en la pasarela 080
De Dani Alves 'fashionista' al morro del novio de Paris Hilton pasando por un duelo de jacas.
1.Del frío. Lo hacía, y mucho, en el Born Centre Cultural, la nueva ubicación de la pasarela. Hasta el punto que el accesorio más buscado eran las mantitas que la organización tuvo a bien colocar en las primeras filas. Aun así, la mayor parte de las firmas que desfilaron estaban encantadas con la sede, que propiciaba desfiles larguísimos y muy fotogénicos en torno a las ruinas históricas de la ciudad.
2. De Dani Alves, fashionista. Existen esencialmente dos escuelas de estilo para los futbolistas: los que llevan sólo camisetas y sudaderas con el logo de su patrocinador y los que se lían la manta a la cabeza. De entre los segundos destaca, y mucho, el lateral derecho del Barça, sin duda el más osado del vestuario azulgrana por mucho que Messi se alíe con Dolce&Gabbana. Alves acudió al desfile de los diseñadores Martinez Lierah con un total look de Dsquared2, consistente en botines, chaqueta de esmoquin, pajarita, gafas y fedora. Y hasta se mojó: prefería cuando los canadienses vestían al Barça de bonito –ahora lo hace Replay– y confirmó lo que se sospechaba: “me mola la moda”.
3. Del jersey como prenda estrella. El momento jersey está en la calle y en las pasarelas. Algo tan aparentemente anti-moda (son…prácticos, imagínense) da en realidad para mucho. En el 080 los vimos de punto-leñador y cuello chimenea en Miriam Ponsa (cosa que igual se impone ahora que se ha puesto de moda el arm knitting, literalmente “tejer con los brazos”). Ajustados y con cremallera en Selim de Somavilla , rayados en Custo – que sorprendió con unas propuetas más sobrias de lo habitual en él– y en su versión más chandalera y multicolor en Krizia Robustellay Brain & Beast.
4. De la pícara sonrisa de Clément Chabernaud. Lo intuíamos el primer día y tras una semana paseando su swagger por Barcelona, no queda más que confirmarlo: el francés es, todavía, el modelo del momento.
5…Y de sus sucesores. Jon, Andrés y Clément tienen relevo: Juan Betancourt, un cubano afincado en Madrid del que se ha prendado Tom Ford; el lánguido Baptiste Radufe, que ha sido imagen de Gucci, y que se llevó todos los flashes en el desfile de Manuel Bolaño, en el que desfiló con oso de peluche incluido, como un Sebastian Flyte de Retorno a Brideshead asado por un filtro Prada, y Simon Van Meervene, que a sus 20 años ya es un decano de las Fashion Weeks y tiene el don de la versatilidad. Tuvo un punto glam y diabólico con un total look rojo en Albeniz y un rollo de niño bueno en Georgina Vendrell.
6. Del morro de River Viiperi. El novio de Paris Hilton aprovechó para promocionar su futura firma de sudaderas, que lleva el apropiado nombre de Toy Boy. Más nepotismo ilustrado: el de Pierre Sarkozy, aka DJ Mosey. El hijo del ex presidente francés pinchó en el club Sutton para la fiesta de la firma Albeniz.
7. Del duelo de jacas. Veo a tu supermodelo y subo la apuesta. La pasarela arrancó con un duelo de maniquíes mediáticas. Si Mango escogió a Alessandra Ambrosio, una de las más reconocibles ángeles de Victoria’s Secret, Desigual fichó a Irina Shayk. Las televisiones trataron en vano de conseguir que la novia de Cristiano Ronaldo pronunciase algo como “I love Barça” pero la rusa no cayó en la trampa.
8. Del encanto infinito de Rubén e Isabel Toledo. La pareja cubano-americana que vistió a Michelle Obama en la primera inauguration (aquel vestido con abrigo color chartreuse) estuvo invitada a la pasarela, donde hicieron un desfile-recopilatorio. Se conocen desde que tenían 13 años y trabajan juntos y de manera casi simbiótica desde hace 30 (él dibuja y ella diseña). A pesar de sus excelentes conexiones –él es el figurinista de Balenciaga, Saint Laurent y Louis Vuitton, entre otras casas– y de las oportunidades que les surgieron post-Michelle, han preferido mantener su firma a un nivel asequible y artesanal. Se apearon de la NY Fashion Week en los 90 porque les agobió las dimensiones que tomaba aquello y sólo hacen desfiles ocasionales en museos. En Barcelona, esta pareja que parece dibujada por Tim Burton, repartió sonrisas e ingenio en genuino spanglish.
9. De marisco y banderillas. La ventaja de ubicar una pasarela en el centro de la ciudad, sobre todo en un barrio como el Born, es que se evita el efecto Ifema y se crea cierto ambiente en los alrededores. Los lugares en los que verse y dejarse ver fueron el Café Kafka, un clásico popular (y nada fashion) como La Paradeta, donde se vio a Andrés Velencoso forrarse de marisco, y el pop up bar del Magatzem Escolà. Allí se sirve estos días una combinación de cócteles de vodka y banderillas de autor y pinchan djs relacionados con lo gastronómico, como los chicos de Plate Selector.
10. De premios y polémicas. La Generalitat insiste en dotar al 080 de un sentido industrial, la idea es “hacer marcas” y por eso en cada edición concede un premio dotado con 20.000 euros a la que se considera la mejor colección y que el agraciado debe comprometerse a invertir en su empresa. Esto siempre genera polémicas, ya que no todo el mundo comparte los criterios del premio. En esta ocasión, se lo llevó el veterano Josep Abril, con una Mención Especial para la joven Georgina Vendrell. Como en otras ocasiones, circuló una carta abierta (y anónima) criticando éste y otros aspectos de la pasarela.
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