La vergüenza de la concertina
Las imágenes mostradas hace unos días por varios canales de televisión de inmigrantes subsaharianos, con las manos y pies ensangrentados al intentar saltar la valla para entrar en la ciudad, me han dado vergüenza como ser humano. Este artilugio, que ya saben que consta de hojas afiladas que refuerzan el alambre que trata de impedir la entrada de inmigrantes, es inútil e inhumano. Inútil, porque no hay frenos para la desesperación; e inhumano, porque añade más sufrimiento, en este caso físico, al que ya arrastran todas esas personas, huyendo de guerras, de países donde no se respetan los derechos humanos o, simplemente, de la pobreza.
Como ciudadano, pues, solicito al Gobierno que retire las concertinas y nos ahorre la vergüenza de no ser dignos de llamarnos habitantes de un mundo al que los inmigrantes pretender alcanzar, y que pretende ser llamado un mundo civilizado.— Juan Ribas.
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