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Columna
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La fotografía

Están en paz consigo mismos porque han cumplido sus condenas. Y ahora se han empeñado en la hermosa tarea de traernos la paz a todos

Jorge M. Reverte

Al principio parece que esa foto podría perjudicar la imagen de paz que la peña que se ha reunido pretende ofrecer a la ciudadanía.

Pero no. Todo está calculado, si se atiende al gesto severo y amenazador con el que nos la echan a la nuca. Entre todos suman más de 300 muertos. Y el gesto está ahí, para que no se nos olvide quiénes son y a qué se dedicaban.

Ahora se dedican a la paz. Pero que nadie se confunda, porque paz no quiere decir perdón ni quiere decir piedad. Lo que se hizo se hizo, porque había que hacerlo. Por la patria y, ahora, por el derecho a decidir.

El juez Pedraz ha aplicado la ley. Pienso que quienes le critican se olvidan del Estado de derecho, como lo olvidan quienes exigen que la doctrina Parot sea retroactiva. Yo no me siento amenazado por los jueces, ni por las leyes. Pero sí por esas miradas que nos quieren clavar a todos en la nuca. No están arrepentidos. Están en paz consigo mismos, que siempre lo han estado, y con los demás, porque han cumplido sus condenas. Y ahora se han empeñado en la hermosa tarea de traernos la paz a todos. Franco perpetraba la paz con un gesto parecido, aunque se hacía acompañar por curas vestidos de gala. Algunos de estos iban para curas, pero les gusta más disfrazarse de leñadores y cortarse el pelo a mordiscos.

El portavoz fue Kubati, ya saben, el de Yoyes. Mató a su colega porque había decidido ir a la paz por libre. ¿Influirá en su gesto la preocupación por que haya alguien que, como él entonces, considere que pide la paz a destiempo?

Vamos a arreglarlo con un truco fácil, de fotógrafa de grupo japonesa que quiere sonrisas.

Fotógrafa: “A ver, chicos, todos a la vez: nu-ca, nu-ca”.

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