Este muerto está muy harto
Cuatro años después del fallecimiento de J. D. Salinger, el mundo sigue sin tener muy claro qué hacer con sus restos
El 27 de enero de 2010 moría a los 91 años el escritor estadounidense J. D. Salinger. Había pasado medio siglo recluido en New Hampshire por razones que, después de muchas disquisiciones y decenas de artículos al respecto, podemos concluir que solo sabía él y que, como sin duda era su deseo, se las llevó a la tumba intactas. Los que escribieron al respecto de su vida y obra durante los días siguientes al fallecimiento del autor de El guardián entre el centeno certificaron la enorme magnitud de la figura de Salinger al dedicar todos las piezas a sus experiencias propias, ya fueran con la obra del escritor o, simplemente, con la sombra que ellos mismos se proyectan. No hay muerto más grande que el que consigue que todos los que hablan sobre él terminen hablando de ellos mismos.
Pasada esta fase, se accedió al inevitable segundo tramo, el titulado Este tío está sobrevalorado. Gente y más gente releyendo las obras del autor para concluir que el tipo era un pozo del que, tras extraer un par de cubos de agua cristalina, todo salió con sabor a fango. Esta fase llegó a su cénit el pasado mes de noviembre, cuando tres cuentos más o menos inéditos se filtraron en la red y... “Pues no es para tanto”. “Pasados los 16 años nadie puede leer a Salinger”. Y así ad nauseam. Uno de los cuentos fue sustraído de la biblioteca de la Universidad de Princeton. Se trata de Ocean full of bowling balls, que, según expresó el autor en su testamento, no debía publicarse antes de 2060. Los otros dos, Paula y Birthday boy, parece que salieron de la biblioteca de la Universidad de Texas.
Un par de meses antes, se estrenaba Salinger (el título es obra del que titula los discos de Portishead), la parte documental de un proyecto que incluye también un libro y que trata de ser la biografía definitiva de la vida del hombre que jamás quiso tener ninguna (ni vida, ni biografía). La expectación al respecto era tan grande que Jake Salerno, uno de sus impulsores, publicó como aperitivo una foto inédita del autor de Franny & Zooey y esta tuvo siete millones de descargas (supera eso, Beyoncé). El libro se edita en España este mes. Para la confección del mismo –y del documental– se ha entrevistado a más de 200 personas. De ellas, las que realmente mantuvieron algún tipo de contacto con Salinger son pocas. Por motivos metafísicos no aparece Truman Capote, quien en Plegarias atendidas escribió el que tal vez sea el mejor pasaje jamás redactado con Salinger de protagonista. En él, Capote se topaba con el escritor en lo más crudo del invierno de New Hampshire, semidesnudo y enterrado en la nieve con una botella de whiskey en la mano. Tampoco aparece Joyce Maynard, la que fue novia adolescente del novelista –dejó de estudiar a los 18 años para irse a vivir con él, que soplaba 53– y cuyas sulfúricas revelaciones sobre la pasión de este por las jovencitas son más escándalo que novedad.
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