Caca de can
Ahora que empieza un nuevo año, quiero dirigirme a los estimados e incívicos ciudadanos que permiten que las delicatessen de sus perros queden en calles, plazas y jardines, sin el menor reparo y con ninguna consideración a quienes puedan pisarlas, ni a los niños que juegan en los parques.
Quiero desearles toda la suerte del mundo, y como dicen que pisar caca la trae, pues que pisen muchas e incluso, que alguna de ellas provoque un resbalón y se den una pequeña costalada. Desde luego, sin causarse ningún daño, y solo para que puedan disfrutar de lo que ellos dejan sembrado.
Y, como el año es muy largo, tienen muchos días para gozar de experiencia tan agradable, de pisarlas de todos los tamaños y aromas y de disfrutar, luego, limpiándolas de sus zapatos.
Pues, nada, queridos incívicos, que se cumplan mis deseos y que tengáis caca de perro para dar y tomar.— Ángel Villegas Bravo.
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